En unas horas arrancan dos de las competiciones ligueras más potentes del Viejo Continente. La Ligue 1 y la Bundesliga presentan la temporada 2013/2014 con una similitud horaria y de protagonista que invita a hacer un ligero repaso sobre algunas de sus similitudes y diferencias más destacas si las acotamos como torneos modernos que buscan impacto mediático de formas muy diferentes.
Porque a las 20:30 nos tocará decidir si queremos ver en vivo al campeón del curso pasado en Francia, con un PSG - Montpellier o si, en cambio, preferimos vivir el inicio del nuevo (?) Bayern de Guardiola ante el correos Borussia Monchengladbach.
Desde el fin del dominio del Olympique de Lyon (campeón entre 2002 y 2008) el hecho de que hayan sido cinco equipos diferentes los que ha logrado el título en el mismo número de años ha servido para presentar esta liga a Europa como un torneo más abierto y, como no, un fantástico vivero de talentos para exportar. Algo que tiene pinta de que, como parecen dictar las normas evolutivas de las grandes competiciones, va a ver cómo el cupo de favoritos se acota hasta el punto de que se antoje complicado el ver a un equipo 'outsider' alzar el título. La capacidad económica de PSG y ahora también del Mónaco les ha permitido armar dos equipos a los que este torneo se les va a quedar pequeño y donde el trabajo en el tiempo del OM y del OL marca la altura del escalón de los favoritos. El doble modelo del crecimiento deportivo acelerado contra los otros dos modelos de control de mercado. Si cuando hablamos de la Premier lo hemos hecho centrándonos en el 'Big Four' (un término que tocará revisar), la Ligue 1 envía claras señales de que 'se asentará' en de la misma forma en la élite.
Y si la Ligue 1 puede comenzar a ver reducidos a sus candidatos qué decir la Bundesliga. Una competición que ha vivido a lo largo de una década una profunda renovación tanto a nivel institucional, como económico y, por supuesto, deportivo que la ha llevado a ser el torneo más equilibrado en estos tres aspectos en Europa sin olvidar de que, con su proyección total hacia el espectador, la ha convertido también en la mejor en cuanto a asistencia al estadio. El día de partido es así, una jornada entera de comunión entre el club y sus vecinos. Pero volviendo a lo deportivo, ciertamente puede comenzar a preocupar la distancia que se está formando entre Bayern y Dortmund. Personalmente opino que el ciclo de los de Jürgen Klopp tuvo un principio y tendrá un final. Fruto de la unión de una fantástica camada de jugadores debe aprovechar (como está haciendo) para situarse en primera línea local e internacional para sentar unas base sólidas de trabajo con las que rodar cuando este ciclo concluya. Pero lo del Bayern es otra historia.
Con paciencia y dinero ha ido armando un equipo casi perfecto con la rúbrica de Mario Götze y Guardiola. A todas luces un equipo que parece invencible en torneos que premien la regularidad y donde sólo la duda sobre cómo reinventar el juego (principal motivo de la llegada del técnico catalán) puede restar algo de fiabilidad en cuanto a resultados.
La Bundesliga, que en los últimos diez años ha visto a seis campeones diferentes, parece avocada a la dualidad en cuanto al título. Incluso podría decir que el favorito es 'un equipo y medio'. Todo lo que sea que el Bayern no gane el título será una sopresa, que no lo hagan ni Bayern ni BVB sería un milagro. Choca, por lo menos desde fuera, que un campeonato tan saneado a todos los niveles, haya llegado a este punto competitivo. Pero allí, a los que realmente les importa, no les parece preocupar. El sentimiento de localía del aficionado es así de fuerte.
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