Lejos de el máximo glamour que se respira en la máxima competición europeo pero 'condenando' a participar en ella ante el nivel de su torneo local, el Sporting de Braga no es el equipo más vistoso a la hora de sentarse delante del televisor, pero no por ello deja de ser capaz de ofrecer un partido inteligente, didáctico y hasta emotivo como el que ha firmado hoy en su visita al Galatasaray turco.
El escenario era el de dos equipos que, tras cosechar una derrota en la primera jornada, entendían lo importante del partido en su objetivo de pelear por una segunda plaza con una primera parada: recortar distancias, o por lo menos mantenerla, ante ese inesperado invitado en el que se convirtió el Cluj rumano.
Con esto en la cabeza, se entienden los primeros veinte minutos del equipo de Peseiro retrasados, expectantes y aguantando el empuje inical de los locales con un 4-1-4-1 que obliga al Galatsaray a buscar a su doble nueve formado por Bulut y Yilmaz con demasiados balones en largo, ya sea desde su línea de creación como desde la banda derecha (más activa que la izquierda). No hay nada menos complicado para un equipo que sabe que va a sufrir que atacarle con balones colgados.
En estas llegó una contra, una seña de identidad de este equipo a lo largo de los últimos años, que finalizó un Ruben Micael muy sacrificado a lo largo del partido en distintas tareas, pero que no dejó de aportar llegada.
Tras ese gol el equipo rápidamente se reorganizó en un 4-2-3-1. Un doble pivote con la misión de tapar el carril central, sí, pero también con mayor capacidad de corregir errores y de salir tras robar y comenzó a estirarse de a poco en busca de sus mejores minutos que llegaron en los primeros minutos de la reanudación.
Con una posesión más eficiente en campo contrario trato de mantener la pelota lejos de su área y cortar los posibles brotes de los que pudiera tirar mano el Galata que tardó en meterse en el segundo tiempo y que, cuando el equipo portugués se cerró con un 4-4-2 'clásico' con Alan y Éder siendo las dos lanzaderas de las escasas contras.
El partido moría con el paso de los minutos, pero mostrando a un Braga terriblemente sólido y sin dejar un espacio para unos turcos que se 'chocaban' continuamente contra un muro.
La puntilla la puso Alan en el descuento con el con el 0-2 que le viene de perlas de cara al goal-average en caso de algún empate.
Victoria trabajada, de pizarra, con seguramente algo de fortuna en cuanto al porcentaje de acierto de cara a gol, pero con un alto mérito a la hora de anular completamente al rival en su estadio.
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