Si esperas leer un texto que razone sobre lo acertado o no de lo obrado por Mourinho en los últimos días, deja de leer. Incluso si crees que voy a analizar su aportación al equipo blanco desde que fue nombrado entrenador, también te decepcionaré.
Creo que sí que habréis leído o medio analizado sobre los paralelismo entre Oporto, Chelsea e Inter (a parte de compartir el azul en sus colores) cuando el luso los dirigía.
Creo que sí que habréis leído o medio analizado sobre los paralelismo entre Oporto, Chelsea e Inter (a parte de compartir el azul en sus colores) cuando el luso los dirigía.
Pero algo que me ha llamado la atención y que no he alcanzado a ver en ninguno sitio comentado es una de las virtudes que más me seducen de Mourinho: su capacidad para sacar todo el potencial de jugadores clave. Ver cualidades técnicas en un jugador para reubicarlo o desinhibirlo para que despliegue todo su fútbol.
Deco en el Oporto, Lampard en el Chelsea, Sneijder en el Inter y ¿Di María en el Madrid? Todos ellos buenos jugadores a los que el portugués colocó en lo más alto de su demarcación mientras estuvieron a sus órdenes o por lo menos, marcó la dirección que debían seguir para ser jugadores ‘top’ como a él le gusta definirlos.
Deco ya llevaba tres años en el Oporto cuando llegó Mourinho. Había llegado a Europa mucho antes, como un mediocentro con una buena lectura táctica y con un fantástico toque de balón pero que tampoco destacaba a nivel nacional. El de Setubal pensó en adelantar su posición unos metros y cubrirle la espalda (Costinha, Maniche) para que centrase sus esfuerzos en el ataque. Y el resultado no tardó en llegar.
El brasileño aumentó sus registros goleadores, que está bien, pero es que además hacía funcionar a sus compañeros ya que su habilidad para el pase era ejecutada en zonas más relevantes para el ataque. Inolvidable, y pienso que el partido que mejor corrobora lo que os quiero contar, fue la final de la Copa de la UEFA en La Cartuja entre el Oporto y el Celtic de Glasgow. Revisadlo, por favor.
Después de lograrlo todo con el Oporto, marchó rumbo a Londres para liderar un proyecto ambicioso, el del Chelsea de Abramovich. De los muchos y grandes jugadores que tuvo el gusto de dirigir, opino que estaremos todos de acuerdo en que Lampard fue el que adquirió mayor relevancia en el juego gracias a Mourinho. Sólo atendiendo a sus números, descubrimos que durante los tres años que Mourinho y Lampard coincidieron, el jugador mejoró sensiblemente su aportación goleadora, y que incluso tras la marcha de Mou, ésta ha seguido creciendo. Pero sin embargo, fue con Mourinho con quien más partidos disputó, casi unos sesenta por temporada, y todos a un nivel altísimo gracias a una inteligente dosificación de sus esfuerzos dentro de los partidos (aunque podría, también, explicar el porqué de tantas lesiones en la primera campaña post Mourinho).
La receta fue muy parecida a la aplicada con Deco. Aunque Lampard ya jugaba algo más adelantado que el que fuera su pupilo en Oporto, le rodeo de jugadores claramente especializados en tareas de destrucción (Makelele, Essien y Mikel en menor medida) para que centrara sus mejores minutos en la circulación y la llegada.
Tras unos meses ‘parado’ tras su salida del Chelsea, asume un nuevo reto, el de las urgencias del Inter. El balance a nivel de trofeos es conocido: dominio absoluto en Italia y la conquista de la tan ansiada Champions hace unos meses. Pero en esta ocasión tuvo que esperar una temporada para encontrar al jugador al que le iba a cambiar la carrera. Wesley Sneijder es otro producto de la inagotable cantera del Ajax que llegó al Inter tras salir por la puerta de atrás del Real Madrid. Nadie ha discutido las cualidades futbolísticas de Sneijder, pero siempre nos había quedado la sensación de que no habíamos visto a este jugador a pleno rendimiento. Pero Mourinho lo vio claro: situarlo como clásico mediapunta, no como interior con presencia en ataque ni como mediocentro. Volver a escudarlo de mucho músculo y trabajo táctico detrás (Muntari, Cambiasso, Stankovic) para que sus despliegues físicos fueran siempre encaminados al juego ofensivo una vez más basado en la visión, la calidad en el pase y el disparo certero. Tal ha sido la mejoría que ha pasado de ser ‘Whisky’ Sneijder a haber peleado hasta el final por ser Balón de Oro en sólo unos meses.
Y llegamos a Madrid, un equipo con tanta estrella que era difícil averiguar, a priori, qué jugador sería el que vería com su rendimiento mejorado gracias al ojo de Mourinho. ¿Granero? ¿Özil? ¿Alonso?... Muchos candidatos y quizás algo pronto para señalar como lo hago yo en esta entrada, pero creo que nadie esperaba una aclimatación tan buena y tan relevante como la que ha tenido Di María en un club de exigencia máxima como lo es el Madrid. Se había descubierto como un extremo descarado y con un amplio abanico de recursos técnicos en el Benfica, pero en el Madrid, jugando a pierna cambiada en más ocasiones de las que estoy seguro que le gustaría, dibuja desmarques inteligentes cuando ‘corta hacia adentro’ o abre el campo para ganar espacio o creárselo a sus compañeros cuando abre el campo.
Eso sí, en esta ocasión la fórmula cambia. En lugar de tener ‘un escudero’ que le cubra las espaldas, cuenta con dos laterales muy ofensivos por detrás, siendo él quién realiza un trabajo defensivo de mucho desgaste pero fundamental en el equilibrio de su equipo.
Para mí, una vuelta de tuerca en la manera que tiene el portugués de sorprendernos con el aprovechamiento de sus jugadores.
Estoy seguro de que muchos pensaréis que han habido otros jugadores que ha vivido su mejor momento con Mourinho como Paulo Ferreira, Drogba o Milito, pero ¿no os parece los más significativos estos casos que os cuento?
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