Por Montse García
Hay cualidades en un futbolista que no se aprenden. Son las que diferencian a un jugador normal de un genio. Si añadimos talento e imaginación a un brasileño para el que el fútbol es una forma de vida, a pesar de su corta edad, estaremos hablando de Philippe Coutinho Correia.
Coutinho, como es conocido comúnmente, es una de las figuras del fútbol brasileño del momento. Junto a Neymar o Ganso, acuna el sentimiento que tienen en su país para este deporte y garantiza la continuidad del espectáculo. A sus 18 años recién cumplidos, posee en su currículum un amplio abanico de intervenciones en las categorías inferiores de su selección. Desde los trece años ha estado vinculado a ella. Primero en la Copa Internacional del Mediterráneo, cuando viajó con el resto de la expedición a España. Lo destacable no fue compartir vestuario con Felipinho, Liedson de Oliveira, Luís Guilherme o Wellington Silva, sino vivir su primera experiencia en Europa. Demasiadas sensaciones nuevas para un adolescente que, lejos de cohibirse por las circunstancias, se creció y demostró una madurez sobresaliente ante el resto de compañeros.
Un año después, en el Campeonato Sudamericano Sub-15, continuó manifestando que no se trataba de una flor de un día. Su talento seguía brotando en cada jugada, a la vez que adquiría experiencia en su proceso de aprendizaje. Sería en 2009 el año en el que diera su gran salto. Con el conjunto nacional conseguía el Campeonato Sudamericano Sub-17 en Chile. Sin embargo, su éxito profesional no se limitó al cuadro nacional. Ha tenido la oportunidad de llevar, prácticamente sólo y a finales de este año, las riendas del Vasco de Gama en la lucha por el ascenso a la Serie A brasileña. Se convirtió en un eslabón irremplazable para optar a los objetivos del club, siendo titular hasta el día de su marcha.
Aunque hasta el momento ha jugado con el equipo de la cruz de Malta, realmente pertenece al Inter de Milán desde 2008. El club italiano se fijó en Coutinho desde sus inicios y apostó fuerte por él. Hasta junio de 2010 y tras cumplir los 18 años de rigor, que le abren las puertas a la salida del país, no ha viajado a Italia para unirse al equipo de Rafa Benítez. Continuar en su ambiente le ha servido para adquirir de su familia los valores básicos que estructuren su carrera basada en el respeto, educación y saber estar. Sus hermanos han sabido encauzar su proyección en el ámbito profesional con coherencia y criterio. La disyuntiva a edades tan tempranas y con futbolistas del otro lado del charco, se centra en el momento de su salto al fútbol europeo. Por un lado, al jugador le viene bien continuar en su país formándose para obtener el nivel necesario que se requiere en el viejo continente. Por otro, emigrar tan joven le facilita la adaptación al sistema de juego adquiriendo los conocimientos mientras se desarrolla. Con todas las cualidades y la madurez que desprende Coutinho, parece que es acertada la decisión del Inter de incorporar al brasileño al equipo.
Pero, ¿cuáles son las características que convierten a "Philippinho" en un jugador especial? A sus 18 años y en continuo desarrollo físico, éste no puede ser uno de sus atributos principales. En principio, aparenta fragilidad en una envergadura que trata de mejorar aumentando de peso y musculatura. Su exterior está por debajo del nivel requerido para hacer frente a los rivales en Europa. Las exigencias del fútbol italiano son superiores a las del brasileño en cuanto a físico se refiere. Hay que tener en cuenta que se enfrentará a jugadores por encima de él en edad y corpulencia. Todo no debe reducirlo a su velocidad o rapidez sobre el campo aunque los combine con destreza con su resistencia.
Sobre el césped desempeña el papel de mediapunta. Obtiene sus mejores registros colocándose de enganche entre los mediocampistas y delanteros. Su visión de juego es extraordinaria ya que es capaz de previsualizar la jugada antes de que se produzca. Y si no la ve, la inventa gracias a magistrales pases que facilitan el gol a sus atacantes. Fruto de su imaginación nacen las oportunidades más claras de los encuentros. Organiza, distribuye y reparte juego dando a cada situación exactamente lo que necesita para acabar con éxito. Es maestro en los cambios de ritmo, no teniendo problemas en jugar en pocos toques. Su desparpajo y picardía provocan muchos problemas a la defensa rival.
Cuando se mueve en el territorio de nadie, comprendido entre la espalda de los pivotes y la frontal de los centrales, crea ocasiones letales. A priori, no se puede encasillar como diestro o zurdo, de ahí la versatilidad en su posicionamiento sobre el césped. No muestra carencias en ninguna de las bandas, aunque en esta demarcación pierde protagonismo. En el Vasco de Gama era el especialista en los córners, faltas e, incluso, regular lanzando los penaltys del equipo. Técnicamente ejecuta a la perfección y con exigencia el control, posterior pase, la conducción y el regate sin abusar de él.
Por las venas de Coutinho corre la sangre brasileña. Esto implica que lleva el fútbol tatuado en su vida. Le falta asumir las reglas tácticas que tanto le cuesta asimilar a estos jugadores que se mueven más por el sentimiento que por lo aprendido. De ahí que la decisión de viajar a Italia siendo tan joven sea un acierto. Así podrán inculcarle desde pronto las bases del fútbol a este nivel y acostumbrarlo a la disciplina europea. El buen ojo de Piero Ausilio y Casiraghi parece que vuelve a acertar. Ellos han sabido descubrir este talento de brillante técnica. Ahora, él debe demostrar sobre los terrenos de juego que es un 10 del fútbol brasileño.
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