Chile acogió una nueva edición de la Copa del Mundo, que volvía a Sudamérica doce años después después de que la opción chilena ganara en la votación a la argentina, que tuvo que esperar un poco más para llevar un Mundial a uno de los países más pasionales con este juego.
También cabe destacar que continuó el aumento de selecciones que se inscribieron en la ronda previa a la fase final y que permitieron a Bulgaria y a Colombia debutar en una fase final.
España estuvo presente en este Mundial con un equipo que prometía: dirigido por el gran Helenio Herrera y que contaba con Di Estéfano y Puskas (que, todo sea dicho, hicieron entre poco y nada). Pero no pasó de la fase de grupos en la que quedó encuadrada con las que, a la postre, serían las dos finalistas: Brasil (ante la que perdió 2-1 después de ir ganando gran parte del partido) y Checoslovaquia (que ganó por 1-0 a los españoles)
En el apartado positivo de este torneo hay que destacar, como suele ser habitual a los dos equipos finalistas, Brasil y Checoslovaquia, que demostraron ser mucho mejor que el resto. Los de la verdeamarelha se sobrepusieron a la lesión de Pelé, producida en el primer partido y no jugó más, para demostrar que seguían siendo tan fiables como cuatro años antes y que fue de menos a más en cada partido.
Los checoslovacos contaban con uno de los mejores jugadores de la historia y que no cuenta con tanto cartel en los clásicos listados, Masopoust, que desde el centro del campo dirigía los ritmos de su equipo.
Junto a los finalistas, Chile, como anfitrión, firmó su mejor actuación en un Mundial quedando terceros. Se hablará de los favores que reciben los torneos los anfitriones, pero ciertamente, Chile acudió a su gran cita con uno de los mejores equipos que haya presentado a un Mundial.
A la hora de hablar de los protagonistas negativos, me quedo, a parte de la triste participación de España, con Uruguay, también eliminada en la fase de grupos después de ser una de las que más animó los campeonatos anteriores. Junto a esto, la ya mencionada lesión de Pelé, que además de privarnos de su participación, fue la mejor muestra de la violencia que se vivió en gran parte de los partidos, en especial el Chile - Italia que pasó a la historia como 'La Batalla de Santiago'.
En nuestro habitual listado de nombres propios este fue el Mundial de Garrincha, que se echó a Brasil a la espalda cuando necesitaba a una estrella y vaya si brilló: sus regates, recortes y sus amagos además de abrir partidos y enloquecer a sus marcadores, crearon escuela.
Además fue uno de los seis jugadores lideró una lista de máximo goleadores de este Mundial, aunque por la relación goles/minutos fue el húngaro Albert quien puede ser considerado como el mejor goleador. El resto fueron el soviético Ivanos, el propio Garrincha, su compañero Vavá, el chileno Álvarez y el yugoslavo Jerkovic.
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