El Atlético es un gran club y su historia ahí queda. El descenso a Segunda le dio la oportunidad de limpiar un vestuario plagado de excesos y de sueldos millonarios y empezar de cero alrededor de su nueva estrella: Fernando Torres.
Los plazos fueron cumpliéndose y dos años después volvían a la elite y un par de años después ya estaban en Europa y durante dos años han saboreado el sabor del himno de la Champions en el Vicente Calderón.
Sin embargo, la afición atlética no está contenta. El eterno desencanto de los colchoneros se parece al de los chés. Una afición que aunque tenga buenos resultados es capaz de silbar a sus entrenadores, de amar y odiar a sus jugadores y de sacar a silbidos del palco a sus dirigentes. Por eso hay momentos en que los presidentes no deberían escuchar el clamor de la grada.
El Atlético lleva años usando un tipo de juego y un perfil de entrenador muy determinado: Luis Aragonés, Javier Aguirre, Abel Resino y ese tipo de entrenadores de los que cuando dices su nombre piensas en defensa. Un fuerte entramado defensivo que provoca bostezos en la grada pero que aumenta los números verdes en la clasificación. Pero la afición del Atlético se ha cansado. Se ha cansado de defensa y sistemas defensivos, se ha cansado de 1-0, aunque sea a favor y quiere algo más: quiere buen juego.
Por eso cuando el año pasado echaron a Javier Aguirre entendí que apostaran por el mismo perfil de entrenador, pero no compartí que al final de campaña siguieran apostando por él, porque nadie creía en Abel y en su proyecto (mención aparte los medios, que cuando el Atlético lo fichó no nombraban la pésima campaña en el Levante, pero ahora todos se acuerdan de esa línea de currículum).
Antes de que llegara Quique, Cerezo quería apostar por Laudrup, un perfil de entrenador completamente diferente, una apuesta ofensiva y de toque, un juego que el Manzanares está deseando ver, pero que tenía malos mimbres para realizar. La apuesta Laudrup hubiera sido un error porque no tienen jugadores para hacer ese juego y hubiera fracasado, pero ¿es buena la solución Quique?
En mi opinión es un entrenador resultadista: el Atlético no va a recibir muchos goles, no va a marcar muchos goles, pero probablemente el año que viene estará en Europa. Pero el Calderón seguirá aburrido, los bostezos coparán las caras de los espectadores y los jugadores se frustrarán y buscarán una salida de un club que no tiene proyecto.
Los buenos resultados llevarán a Quique a Europa y empezará la próxima temporada, pero empezará cuestionado por gran parte de la afición que pedirá su cabeza en el sexto partido y la historia se repetirá. Mientras tanto, el "deja vu" constante se instalará en la mente atlética hasta que algún dirigente cambie y crea en un fin de ciclo, pero no el tan manido fin de ciclo de generación de jugadores, sino cambiar la educación de fútbol de la afición y darles lo que piden, como diría Pepu Hernández: FÚTBOL con mayúsculas.
4 Comentarios
Luego, la alineación de Quique de anoche, la misma que las de Abel y las de Aguirre... así que si la cosa funciona o no irá en relación a lo que quieran los jugadores.
Saludos
Un saludo!
Saludos