A lo largo de la historia, la importancia de los símbolos se ha mostrado como una de las muestras más significativas del carácter humano, que busca imágenes que sustentes sus esperanzas, sus creencias, que representen sus miedos e incluso que excusen sus batallas. El problema de los símbolos es que, con el paso del tiempo, acaban recabando significaciones contradictorias y, en la mayoría de los casos, acaban implicando que la sociedad que se sustenta en ella tiene un serio problema de identidad, pues la importancia del símbolo acaba escondiendo la necesidad real.
Si en el fútbol español podemos encontrar uno de estos casos en los que el símbolo acaba pervirtiendo su significado original con el paso del tiempo, es en el caso del siempre discutido Raúl González. Y me temo que estamos entrando en un momento en el que el tratamiento al símbolo madridista puede determinar, parcialmente, el corto plazo futbolístico del club de Chamartín.
La cuestión no es si Raul está acabado o no lo está. Los números cantan: sencillamente ha bajado su rendimiento de modo indiscutible, y pese a ser un delantero sacrificado, solidario, inteligente y con cierta facilidad para adaptarse a otros puestos, como demostrara con Juande en un partido contra el Espanyol, Raul no es ya un delantero de primer nivel. Y esto no sería un problema si no fuera por dos cuestiones que atañen al Madrid: el overbooking en la posición que ocupa Raul y la urgente necesidad de volver al primer plano Europeo. Tenemos un equipo con, ahora mismo, seis jugadores para los puestos de arriba y, por cuestiones de aritmética, se necesitan cuatro. Y el reciente fichaje Karim Benzema es el primero de ellos, por cuestiones lógicas. Entonces, ¿quién sobra?
¿Sobra Higuaín? Parece claro que no. Un delantero indetectable, que se mueve en posiciones intermedias, cae a bandas, con especial predilección por la derecha, molesta en las líneas de pase y tiene hoy por hoy el oportunismo del que carecía en sus inicios, no puede sobrar. De hecho, se puede decir que es el mejor fichaje de futuro que ha hecho el club madridista desde hace tiempo. Es descarado, y recuerda al Raul de sus inicios: alguien con tal genotipo no puede sobrar de un equipo ganador. ¿Debemos denostar acaso a Huntelaar? Acaba de llegar como aquel que dice, costó bastante dinero y, pese a que no tiene demasiada incidencia en el juego, no olvidemos que hasta hace unos meses era considerado, junto con Benzema, el ariete europeo con más proyección. No me creo que a Huntelaar no se le pueda dar una oportunidad, cuando en 11 partidos de liga firmó 8 tantos. Sería de negado en matemáticas apartarlo del equipo. ¿Y qué hacer con Van Nistelrooy? Cierto es que en las dos últimas temporadas ha padecido dos lesiones de gravedad, y con 32 años está en un claro declive físico. Pero su media de goles desde que el Madrid lo adquirió ahora hace tres años es indecente. Un tipo capaz de minimizar los registros del mismísimo Ronaldo merece un voto de confianza, y un delantero con su bagaje, con su clase y con su capacidad para leer los partidos y colaborar en facetas creativas del juego debe ser un recurso fijo en un club que quiere títulos.
Tres casos complejos, tres delanteros que tienen bazas para mantenerse en un equipo que va a tener títulos al alcance de la mano y muchas exigencias. Pero ahora es cuando entramos en el terreno peligroso, en el terreno de las grandes decisiones, de la asunción de riesgos, de la capacidad de reinventar un club y no caer en la tradición rancia: ¿acaso no merece Álvaro Negredo una oportunidad? Un delantero rocoso, con capacidad de remate, listo, español, de la casa (si, de la cantera del Rayo, pero ha jugado en el Castilla), barato y por el que equipos punteros como Liverpool, Atlético de Madrid o Valencia han pedido precio.
Y aquí es donde se demuestra la capacidad de un club como el Real Madrid para reinventarse a sí mismo, para permanecer en la cresta de la ola: cuestionable. Cuestionable porque el Real Madrid tiene tres puestos de delantero adjudicados, uno de ellos evidente (Benzema), otro lógico (Higuaín) y otro (Raul) reiterativo, forzado y que acabará convirtiendo al 7 del Madrid en una pieza más del mobiliario del Santiago Bernabéu, mientras otros delanteros jóvenes y con mejor capacidad goleadora se encarecen en otros clubs que sí han sabido apostar por el gol. Porque, igual que determinadas banderas simbolizan los mejores valores en sus inicios, acaban suponiendo la escusa para el desastre. Y no les quepa duda que el hueco que ocupa Raul en la plantilla madridista va a ser un desastre de ineficiencia durante los dos años que le restan de contrato. Aunque bata récords a fuerza de aparecer forzosamente en la alineación.
JM Martín
1 Comentarios
El Madrid cuenta con muchas plazas para dos (o incluso un) puestos y cualquiera de bajas que de, porque estoy seguro que alguna habrá, será discutida.
Saludos