Ya en alguna ocasión he tocado el tema de lo de los "nuevos Maradonas", esos jóvenes atacantes argentinos que demostraron en su día un nivel superior al de la media, pero que no acabaron de confirmar los motivos de tal denominación.
Dando un poco de vuelta al tema, uno descubre que ni tan siquiera se esperó a que Maradona se retirara, ni a que comenzara la cuesta abajo de su carrera para maracar a un pibe con aquello del "nuevo Maradona". El elegido fue un joven atacante, cómo no, de Boca de juego eléctrico y facilidad para el regate: Diego Latorre.
Si bien "El Gambetita" tuvo una carrera más que digna, jugando en Argentina, Italia, España, México y Guatemala (!?) y dejó muchas muestras de un talento fuera de lo común en más de una ocasión, desde que se marchó (junta a su gran amigo y compañero Batistuta) a Italia en 1991 su estrella se apagó, jamás llegó a alcanzar todo lo que se esperaba de él.
Ni tan siquiera tuvo oportunidad de defender la albiceleste en un Mundial. Primero, pese a la presión popular, no fue convocado para el Mundial de 1990 y más tarde, cuentan las malas lenguas, que fue el propio Maradona quien se opuso a su presencia en Estados Unidos en el campeonato de 1994.
¿Cómo puede ser que un jugador del perfil de Latorre chocara con Maradona? Una vez más, es un choque de egos. Creo que no merece la pena que describamos la fuerte personalidad de Maradona, así que pasaremos a hablar del otro Diego.
Latorre, al contrario que muchos jugadores que alcanzaron la gloria de joven en Boca, no tuvo una infancia difícil, ni creció en un barrio complicado. Sus padres (de River, como gran parte de la familia) antepusieron su educación al fútbol, y eso hacía que sólo fuera a entrenar un día a la semana, el jueves, y jugara los partidos en las inferiores los sábados. Demasiadas comodidades para llegar al primer equipo xeneize.
Tampoco Latorre era de los que se callaban, se mojaba siempre que le preguntaban y dejó dos grandes frases para la cultura popular: "El Diego bueno y el Diego malo" refiriéndose a él mismo y a Maradona (eso sí, tergiversada por la prensa para buscar el duelo) y la más mítica aún "Boca es un cabaret" dicha ya en su segunda etapa boquense. Además que Maradona, desde Italia, entró al tapo y amenazó con "taparle la boca" si se volvieran a encontrar... lo que no sé es si fue antes o después de invitarle a su partido de homenaje en la Bombonera.
También, después de muchas tardes de gloria con la azul y oro, de dar muchos motivos para ser un ídolo del club, tuvo que salir por la puerta de atrás del club, enfrentando a la afición por una polémica celebración en su etapa como jugador de Racing cuando anotó un gol ante Boca.
Sus choques con Heynkes, con Bianchi, su relación con la hija de Carlos Menem... la vida de Latorre es una colección de anécdotas y capítulos que explican muchas de las decisiones que tomó a lo largo de su carrera, si bien siempre fue fiel a su fútbol de enganchar, de gambetear y de "volar" en el campo.
5 Comentarios
Si hoy existiera un Latorre de 20 años en Boca, River, San Lorenzo... sería el fichaje millonario de algún club europeo, estoy seguro.
A Latorre nunca se le perdonó ser "un chico bien", alguien que no padeció miserias materiales en su niñez o adolescencia. "Gambetita" no lo pasó bien en muchos de los vestuarios en los que tuvo que "vivir". Algo parecido a lo que le ha pasado (y le sigue pasando, dicen) a Kaká en el Sâo Paulo y en la selección brasileña.
Gran post Miquel. Has sacado del baúl de los recuerdos a un gran jugador. No fue un crack, pero si un muy buen futbolista.
Saludos
Un saludo desde
WWW.SABORVERDIBLANCO.BLOGSPOT.COM
Commenta vootaa! mi blog!!
www.sevillafcelmejor.blogspot.com
Gracias!