Seguiré chupando

por | 23:11:00
Esta semana hemos asistido a la clasificación definitiva de Argentina para el mundial. Cualquier otro año esto no habría sido noticia, pero el bufonesco espectáculo protagonizado por su seleccionador ha dado mucho de que hablar, y dará mientras la federación Argentina no tome la decisión de cesarle. Pero si el que ha de tomar esta decisión es Bilardo, al que en España casi se recuerda más por su "pisalo" y "al enemigo ni agua" que sus éxitos como seleccionador, podemos esperar sentados.

Pero, de qué se alegra Maradona. ¿Qué éxito ha logrado para actuar de esa manera? Simplemente clasificarse con Argentina para el mundial y por los pelos. Yo soy de la opinión de que un gol de penalty no debería celebrarse, o al menos no con la rabia como lo vemos celebrarlo a algunos jugadores. No digo que no sean justos o menos válidos que otros goles, pero me produce vergüenza algunas de las celebraciones que se producen en los penalties. De la misma forma creo que clasificar a una selección del potencial de Argentina en el último partido y por los pelos, es para agachar la cabeza con humildad y pedir perdón a la hinchada por el innecesario sufrimiento provocado. En lugar de eso Maradona se dedica a sacar pecho y a insultar a todo aquel que ha criticado el fútbol que ha practicado la albiceleste. Resulta vergonzoso el partido que jugó Argentina con Perú, la última clasificada a la que ganó en el descuento y con alguna que otra ayuda arbitral. Y vergonzoso fue también el partido con Uruguay, jugando a menos que nada. Alguno se pregunta por qué Messi no es el mismo con su selección, le emplazo a ver este partido para que encuentre la respuesta. Si en el Barcelona, Lio tiene a Xavi e Iniesta buscándole para regalarle buenos pases y creándole huecos para que entre por banda, en la albiceleste cuenta en el centro del campo con con un exjugador como Verón, que en su momento fue muy grande, pero en el partido contra Uruguay cuesta encontrar un pase suyo de más de dos metros que no fuera a pies de un charrúa. A Verón lo acompaña Mascherano, un derroche de fuerza y entrega, pero que tampoco es ningún virtuoso con el balón. Y que decir de Di María, que cada vez que cogía el balón agachaba la cabeza y buscaba repetir el mítico gol del barrilete cósmico. Así es difícil que le lleguen buenos balones a la estrella culé.

De todas formas la culpa de todo esto no es de Diego, si no de la federación Argentina, los que le pusieron ahí. ¿O no pensamos todos que el poner a una persona tan desequilibrada a dirigir un grupo de personas no iba a salir mal? Es como poner de director de orquesta a Pocholo. Y es que un buen jugador no tiene por qué ser un buen entrenador.

En fin, que seguiré chupándola, pero eso sí seguiré sin tragar con Maradona. Como jugador, un Dios; como entrenador, inexperto y como persona, un cero.
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