Después de su histórica actuación contra el Arsenal hace unos días, con 14 paradas decisivas para la victoria del United en el Emirates, se sitúa al meta madrileño como el mejor en su posición en el mundo.
No sobran esos halagos, más si analizamos la progresión técnica y competitiva de un portero con mucho talento, confianza en sus condiciones (quizás la virtud que más le ayudó a su rápida instalación en la élite) y con una carrera con pasos acertados.
Para mí el principal motivo del paso que ha dado en los últimos meses está en él trabajo en su colocación bajo los palos. Lejos de querer dar lecciones a un portero internacional, sí que era notable el hecho de que detrás de muchas de sus paradas a disparos al palo corto, muy espectaculares y en muchas ocasiones con los pies, se escondía una colocación más centrada de lo habitual que le ayudaba a cubrir con más eficiencia el palo largo, ese lado débil, a cambio de enseñar mucho un costado innegociable para un portero.
Esto, como escribía al principio ha sido fruto de una gran confianza en su capacidad de tapar con los pies casi con la misma naturalidad que con las manos.
Pero mejorado un apartado tan importante para un guardameta como lo es la colocación, se nos permite ver a un De Gea más determinante si cabe en un equipo que ya contaba con él desde hace algunos años como su jugador franquicia.
Pero antes de esta exhibición ante el Arsenal, era la figura de ter Stegen la que de manera indiscutible ocupaba el honor de portero más en forma. Primero por la cantidad de partidos en los que ha mantenido su portería a cero mientras esperamos a ver cuando su equipo pierde un partido desde la doble derrota embargo la Supercopa en agosto. Después porque si bien se dice que este tipo de hitos son gracias también a una defensa sólida, no es algo, por diversos motivos, de lo que pueda presumir el Barcelona en estos meses. A partir de ahí, el alemán ha ido mostrando un buen repertorio de paradas ante situaciones muy claras, donde su capacidad de aguantar hasta leer o hacer dudar al rematador declina la balanza de su lado o manteniendo una concentración alta para no ‘salirse’ de un partido en donde no tenga mucha participación marcan la diferencia.
Después está su marca personal que es el juego con los pies. No hay ahora mismo un portero en la élite que garantice entrar en la dinámica de la construcción de la jugada o ser un eslabón más de la circulación rápida y efectiva del balón que el alemán.
No debemos ni olvidar que hubo un periodo de dudas en cuanto a sin era asumirle ese riesgo en ocasiones innecesario, pero al final puede decirse que tuvieron razón aquellos que decían que un portero de ese perfil da más de lo que quita. Es un claro ejemplo de portero moderno, decisivo con las manos y que suma con los pies.
Pero en medio de este buen momento de porteros (los mentados junto a otros como Ederson) no quiero olvidar al que para mí ha sido el primer portero moderno: Manuel Neuer. Las lesiones le han apartado del candelero pero antes de ese momento teníamos ante nosotros a un titán bajo los palos que dominaba las facetas claves del puesto y que se desenvolvía con naturalidad en otras funciones que le hicieron marcar rápido la diferencia y que, de la mano de sus entrenadores, marcaron un nuevo libro de estilo para la posición hasta el punto de pelear por un Balón de Oro.
Vivimos, desde hace unas pocas temporadas, una clara etapa en la que se está redefiniendo la posición de portero (como algo antes la de delantero, o como la de extremos a pierna natural o mediapunta) para dar un paso más hacia una concepción menos acotada a posiciones y más a roles que todavía hace tremendamente útiles a porteros de 'corte clásico' como Buffon, Lloris, Casillas o Navas entre veteranos o Donnarumma, Areola y Kepa entre los que vienen pisando fuerte por mentar algunos nombres en la élite, pero que abre un excitante debate hacia donde se dirige la posición donde algunos metas ya han marcado un camino que gusta en lo estético y convence en resultados.