Así arrancó la Grecia de Ranieri

Una de las decisiones más llamativas tras el final de la pasada Copa del Mundo fue la llegada de Claudio Ranieri al banquillo de la selección de Grecia. Y desde luego no se pudo decir que los helenos hubieran protagonizado un Mundial por debajo de sus expectativas ya que por primera vez en su historia pasaron de la fase de grupos tras Argentina y dejando en el camino a uno de los equipos que apuntaban a dar que hablar como lo fue Bosnia.

La eliminación por penalties ante Costa Rica, más allá del papel tico en el Mundial, seguro que no fue tomada de buen gusto desde los puestos donde se toman las decisiones y decidieron dar un golpe de timón con la contratación del técnico italiano. 
Habrá quien pueda pensar que estaba escrito en el destino que Ranieri y un equipo como el griego debían encontrarse 'en el camino' por sus grandes hitos a partir de un fútbol reactivo y de fuerte intensidad defensiva.

Pero más allá de esa percepción había algo de evolutivo en el nombramiento de Fernando Santos que poco o nada tiene que ver con el paso que se da con la llegada de Ranieri. Es innegable que el ex técnico del Valencia tiene una amplia experiencia en el primer nivel europeo con estancias en equipos como la Fiorentina, el Atlético de Madrid, el Chelsea, el Inter o el paso por la Ligue 2 para ascender al Mónaco. Del mismo modo en que Santos llegó al cargo con mucha más experiencia en el fútbol griego, metiéndose con el PAOK en la lucha de dos que es la Liga Griega. Incluso se preocupó en que 'su' selección fuera un equipo con más recursos que lo que se había visto hasta entonces desde que el equipo alcanzara la gloria con la Eurocopa de 2004.

Así, volviendo al presente, el partido entre Grecia y Rumanía que abría el Grupo F de la fase de clasificación para la Euro de 2016 no sólo tenía el atractivo de ver a los dos candidatos a la clasificación directa desde esta altura de torneo enfrentarse ya en el primer partido, sino también de ver los primeros trazos de la Grecia de Claudio Ranieri... y no pudo.



El tempranero gol de Marica vino precedido de algún ataque en el que los puntas rumanos ya habían detectado la fragilidad de la defensa local, que simplemente ante balones directos, había cometido ya varios errores individuales y colectivos. 
Y eso que Ranieri, había presentado un primer once bastante familiar, con sus tres mejores atacantes y un centro del campo bastante técnico. Además la presencia de Manolas y Papastathopoulos en el centro de la zaga debía de imponerse a Marica como referencia. 

Pero algunos de los ajustes que introdujo el nuevo seleccionador no hicieron más que descordinar al equipo. El primero de ellos, quizás fruto por un gol tan repentino, fue el de sacar muchos metros de su frontal a la defensa, provocando un escenario poco cómodo para ellos como el de 'correr hacia atrás'. Tampoco funcionó 'el retorno' de Tatchtsidis y de Samaris, creando un espacio que dio mucho oxígeno a Rumanía entre sus espaldas y los centrales. Además Mandalos parecía demasiado alejado como para no evitar superioridades rumanas en las segundas jugadas.
Aunque tal vez el cambio más 'radical' que introdujo Ranieri fue el rol y posición de Samaras en el ataque. Acostumbrados a ver al nuevo jugador del QPR como un falso extremo zurdo a partir del cual se proyectaba todo el juego de ataque de los griegos en épocas anteriores, una posición mucho más centrada, prácticamente de doble 9 junto a Mitroglou, sacó del partido a Samaras del partido reduciendo su participación y, con ella, quitando la claridad en los momentos en los que Grecia tuvo el balón cerca del área de Tatarusanu.



Tal fue la poca incidencia de Samaras en el partido que tras el descanso dejó su puesto al joven Diamantakos (de los más destacados en la inferiores griegas) sumándose en este periodo a la muestra de falta de creatividad por parte del equipo heleno. Ni con un hombre más tras la expulsión de Marica por doble amarilla fue capaz Grecia de encontrar espacios y, el repliegue extremo de Rumanía, que ya había hecho su faena con creces.

La derrota, por suerte para Ranieri, no deja de ser de las asumibles dentro del grupo, pero seguramente le obligue a no fallar hasta que tenga que viajar a Los Cárpatos para ver de nuevo al equipo de Piturca, quien se cobró venganza tras la repesca que le dejó fuera del Mundial ante los griegos hace unos meses.

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