El arranque del Chelsea en una nueva edición de la Premier se producía en el humilde campo del recién ascendido Burnley. Un partido con tantos polos alejados y, en teoría que luego se convirtió en práctica, tanta diferencia de recursos competitivos que parecía complicado encontrar puntos de interés en una noche de lunes fuera de la victoria del equipo de José Mourinho.
El gol inicial de los locales dio vida y ritmo al partido hasta que el árbitro mandó a los dos equipos a los vestuarios tras finalizar los primeros cuarenta y cinco minutos. El Chelsea ya había volteado el marcador y dio paso a una segunda mitad donde dominó con la pelota y la posición para controlar el partido y no dar la posibilidad al Burnley de creer en poder reducir la diferencia a basa de un fútbol directo o de una presión alta.
Un resultado que no soprendió a nadie y que significó la suma de los primeros tres puntos para uno de los candidatos a llevarse el título en la primera jornada.
Y en medio de este partido aparece la figura de Cesc Fábregas. El futbolista catalán, protagonista de uno de los traspasos más relevantes del verano, fue el mejor jugador del partido en cuanto a que dirigió al equipo con maestría marcando cuando había que ser verticales y veloces y cuando se debía madurar más la posesión.
Formó en el once en la posición de doble pivote junto a Matic (otro que hizo un partido soberbio) cuando el equipo tenía la pelota para formar parte de la línea de cuatro jugadores tras Diego Costa en el momento en el que tocaba trabajar por la recuperación. Es importante destacar que gracias a las características del serbio en cuanto a posicionamiento para recuperar y defender el espacio y condiciones técnicas para ayudar en una salida limpia desde atrás, el sistema parecía el más indicado para que Cesc tuviera el impacto que tuvo en el encuentro.
Tras el partido vinieron a mi cabeza rápidamente los recuerdos de sus primeros partidos con el Barcelona, señalado por todos como el sucesor de Xavi, pero ubicado desde el principio por Guardiola en una posición más adelantada, juntándolo mucho con Messi, casi hasta crear una figura de doble falso 9 donde los espacios que generaba el argentino era atacados por el 4, sumando así una importante cantidad de goles al inicio de aquella campaña.
El paso de los partidos en Can Barça significó el incrustar a Cesc en una zona algo más atrasada, por delante de Busquets y con mucho jugador por delante esperando el balón al pie. Tenía muchos receptores pero menos espacio tanto para buscar el pase a la zona libre como para ir él a ocuparla. Justo las dos opciones que nos habían maravillado en sus primeros meses en Barcelona.
Tampoco el nivel de concentración de Cesc fue el óptimo, arrastrando una tendencia más vertical de su periodo Premier que en cierta parte rompía con la intención de controlar y defender con el balón.
Incluso viajando un poco más atrás en el tiempo, haciendo un vago repaso por sus años en el Arsenal, podemos observar como apareció en el equipo como el relevo de Patrick Viera y que, tal vez, si los gunners no han pujado fuerte por él es porque cuentan para el puesto que podría ocupar con Özil, Cazorla o Wilshere y nos conduce a la gran pregunta: ¿funcionaría el actual Cesc como 4 en un equipo con tres centrocampistas?
Seguro que a lo largo del año Mourinho probará y será interesante ver si el portugués da con la tecla para que el de Arenys sea igual de determinante en el juego desde ahí, cambiado llegada por clarividencia en la construcción, un caso parecido, quizás, al rol de Xabi Alonso en 'su' Real Madrid con Khedira por delante.
Aún así, tras sólo un partido oficial, todo esto no son más que anotaciones en esta libreta virtual para sumar un foco de interés nuevo a los partidos de los blues.
0 Comentarios