Uno de los regalos más bonitos que me ha dado esta vida es tener a Toni como sobrino. No creo que vaya a ver a un niño que sienta tanta pasión por el fútbol: cada entrenamiento en el equipo del pueblo es una fiesta, cada partido una celebración y ha aprendido a grabarse los partidos que hacen en la tele por si se queda dormido, verlos antes de ir al colegio al día siguiente.
Si sólo con el amor al fútbol se garantizase llegar a la élite, sería más que Messi y Cristiano Ronaldo juntos.
Imaginaos cómo estaba en los días previos a la disputa del Mundial, su primer Mundial. Con su álbum de cromos y acelerando su práctica en la lectura para poder leer los nombres de jugadores que salen de su radio de acción a lo largo de la temporada.
Anoche su madre me envió un mensaje 'Aquí lo tengo, enfadado'. Ni en sus delirios infantiles más radicales podía imaginar que vería a España caer como lo hizo anoche. Toni tiene seis años y es de esos niños que sólo han conocido la cara ganadora de España. Decidí llamarle por télefono.
'Tío, nos han metido cinco'. Le pregunté cómo creía que había jugado España y me dijo que mal, que Casillas (uno de sus ídolos) había fallado mucho y que en la segunda parte España no corría nada. A veces me gusta escucharle explicar cómo ve el fútbol.
Para levantarle el ánimo le comencé a recordar la de veces que nos encontrábamos en la puerta del polideportivo del pueblo y le preguntaba cómo había quedado su partido: 'Hoy hemos ganado y he metido tres goles'; 'Tío, me da vergüenza decirtelo, nos han metido doce'... Para sacarle de la tristeza, con cierta condescendencia le dije que si al Meliana le metían a veces doce, cómo no le iban a meter cinco a España alguna vez. El niño se animó y comenzó a preguntar por los siguientes partidos. Parecía que la conversación le había quitado hierro al asunto.
Y cuando colgué el teléfono me puse a darle vueltas al partido a partir de la explicación que le había dado a Toni. Yo creo que muy pocos esperaban no que Holanda le hiciera cinco a España, sino hasta que le ganara el partido. Con el 1-0 me vino a la cabeza esos partidos cerrados desde la posesión defensiva que ha tallado Del Bosque como seña de su selección. Seguro que a Van Gaal, un seleccionador al que hemos encasillado, pero que es dueño de una trayectoria impresionante, también temía por esas posesiones defensivas y preparó a su equipo para competir y para ser mejores si el marcador les ponía por detrás.
En la previa se escuchó bastantes veces eso de 'defensa de cinco porque tiene miedo a España' y nos olvidamos de la facilidad de Van Gaal de armar equipos con solvencia en función a lo que tiene y a lo que se va a encontrar.
A esto le sumamos una punto físico superior y una motivación psicológica especial después del último partido oficial que disputaron ambos equipos y podemos comenzar a trazar unas líneas de análisis de lo que se vio anoche en Salvador de Bahía.
Luego está el lado de España. Tocó apostar por la figura de 9 y la cosa comenzó bien, pero los errores individuales entre portero y defensas desarmaron a un equipo técnico que se cimienta sobre una defensa sólida. Sin esas columnas bien asentadas el equipo perdió superioridad en todas las zonas donde no debía y corrió mucho (y mal) para atrás.
Comparar este partido con el de Suiza de hace cuatro años me parece un error, ya que sólo se parecen en que España acabó con cero puntos tras su debut, pero tampoco supone el despedirse del Mundial. Lo rotundo del resultado invita a ser derrotistas hasta ese extremo, y hasta el Holanda - Chile como cierre del grupo, con un posible biscotto en juego, dara mucho juego en las previas, pero este equipo, recuperado anímicamente, tiene como para ganar los dos partidos que restan y asegurarse pasar (así de claro lo veo). Luego ya veremos si el cruce contra, teóricamente Brasil, pone a España en el papel de Holanda de ayer recordando el último partido oficial entre 'La Canarinha' y el equipo de Del Bosque.
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