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Fútbol emocional

Reconozco que soy un aficionado algo anticuado para algunas cosas. De los que creció con aquello de que el fútbol 'es un estado de ánimo', las dinámicas positivas y negativas o incluso me encanta debatir sobre como los resultados o algún que otro problema no directamente relacionados con el juego puede afectar a los jugadores. Ahora todo eso, creo, se concentra en el 'factor emocional'. Un término que seguro que mejora y limita mejor todos los factores psicológicos que pueden afectar a un futbolista, pero que no me acaba de convencer por lo generalista que suena. 

Y todo esto lo quiero enlazar con la previa a los partidos de vuelta de las semifinales de la Champions. No es extraño que Bayern y Dortmund vuelen a España con ventaja, pero sí que es inesperado que lo hagan con unas rentas tan holgadas ante dos equipos construidos para llegar a Wembley. Parece tras lo visto en la ida, que sólo un partido perfecto, o que roce ese término, por parte de Madrid o Barça unido a que sus rivales confundan el jugar con la ventaja con la sumisión (algo que dudo) ante un equipo con un objetivo. Me parece algo complicado, complicadísimo, de ver pero que mantiene viva la fe de los dos gigantes de nuestra Liga. Hablo de fe porque para llevar a cabo estas remontadas me parece más acertado que la palabra confianza.



Pero resulta que muchas veces la predisposición anímica de los jugadores nace desde el sentir del aficionado, que al fin y al cabo es quien más disfruta y sufre con los resultados del equipo. Desde el final de cada partido estamos asistiendo a un camino por los sentimientos que irán desde la frustración hasta la ansiedad pasando por la decepción o, incluso, por picos de euforia. Quizás para el jugador el abanico de sensaciones no sea tan amplio y uno nunca sabe si eso puede ser positivo o negativo de cara a preparar un partido que hasta que llegue, puede resultar hasta incómodo el disputarlo.
Lo único que me queda claro es que con el paso del tiempo los perfiles de jugadores, entrenadores y la forma de jugar al fútbol puede cambiar, pero la importancia y el trabajo psicológico sigue estando ahí.





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