Mis primeros recuerdos de ver fútbol más allá de la Liga son difusos. Algún partido del Mundial de 1990 seguro. También me asalta algún vago recuerdo de partidos de competición europea pero muy ceñidos a lo que era esto antes de que desde el ordenador pudieras ver casi cualquier torneo que fuera televisado o grabado. Televisión Española (eso de La 1 o La Primera era coloquial) con sus partidos de competición europea era el principal suministro de 'vivos' hasta que algún amigo contrató Canal Plus.
Pero antes de todo aquello recuerdo un partido no se bien por qué, pero fue la visita del Manchester United al Camp Nou en la fase de grupos de la, ya, Champions League de 1994. Todavía no daba muestras de flaqueza el Dream Team de Cruyff y enfrentarse al campeón de la Premier League ya por aquel entonces tenía el cartel que podría tener hoy en día. Era una Champions muy difernte (mejor a mi gusto) de la que vivimos ahora y aquel United también. Aquel United no contó ni con Cantona ni Schmeichel, y sí con un viejo conocido como Mark Hughes mientras que en el banquillo esperaban Scholes, Beckham, Neville o Pilkington, lo mejor de la cosecha del 92.
Pero había un hombre que cumplía su octava temporada en el club y que ya desprendía un carisma magnético: Alex Ferguson. Debió ser la noche en la que le puse una cara al entrenador del Manchester United.
Aquella noche el equipo de Cruyff pasó por encima del entrenado por el escocés y escuché aquello de que 'es que los equipos británicos bajan mucho de nivel cuando salen de las Islas'.
Casi veinte años después no sólo ese cliché ha caído en desuso, sino que Ferguson ha parte de lograr el título de Sir (1999) ha sido protagonista directo de la transformación de lo que era el United antes de su llegada a lo que es hoy en día. Podíamos listar sus grandes aciertos desde la planificación, citar grandes fechas en lo deportivo, perdernos enumerando títulos casi del mismo modo en que se podría hablar de confrontaciones con otros entrenadores o desencuentros con algunos de los mejores jugadores que ha tenido, pero si hay algo que siempre me maravilló de Ferguson es que, hasta hoy, me parece el entrenador que más y mejor ha sabido evolucionar con respecto a los cambios que iba viviendo el fútbol. No existe otra forma de explicar cómo ha sido capaz de estar en la élite durante veintiséis años hasta que se ha anunciado su salida del club.
Navegar en el tan tradicional fútbol inglés partiendo de un 4-4-2 hasta lo que puede ser el United esta temporada, hemos visto variar principalmente su juego en el medio con un doble pivote por detrás de una línea de tres medias puntas o con dos hombres de bandas puro hasta probar con el 4-3-3 en momentos puntuales. Ni qué decir, más recientemente, cómo ha ido reubicando a Wayne Rooney desde la posición de delantero a otras más retrasadas hasta hacer el internacional inglés no sólo un goleador, sino un canalizador de juego.
Alex Ferguson no sólo ha sido un entrenador de números que generan vértigo y de estancia récord en un banquillo, ha sido también un estimulo para el aficionado al que siempre era capaz de sorprender desde sus alineaciones en partidos grandes hasta por lo propuesto por su equipo sobre el césped. Es es el gran legado que le veo dejando.
Thank you Sir Alex.
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