Un fútbol como el italiano, que lucha cada día por librarse de las etiquetas que desde hace tiempo, quizás mucho, lo tratan de encasillar (físico, rígido en lo táctico, duro o poco vistoso) regala con cierta asiduidad jugadores como Francesco Totti, quienes se 'salvan' de los clichés y emergen en los partidos como flor primitiva en jardín urbano.
Hoy se cumplen veinte años del debut de Totti en la Serie A. Siempre con la Roma. Con cosas que no cambiarán nunca, como su fantasía y su magnético carisma, pero que bien podría servir para repasar cómo ha cambiado la manera de entender el ataque en la élite del fútbol italiano en ese periodo de tiempo.
Porque en veinte años no sólo le ha dado tiempo ha convertirse en el segundo máximo goleador histórico de la Serie A (226 goles), algo admirable sin ser un delantero al uso, sino que ha tenido la suerte, por lo que enriquece, de estar bajo la dirección de lo más granado del Calcio en este tiempo: desde que le llamó Boskov para debutar ante el Brescia en 1993 hasta que Andreazolli le alineó hace diez días ante el Parma, 'Il Pupone' ha sido entrenado por Zeman (dos veces), Mazzone, Sella, Bianchi, Liedholm, Capello, Prandelli, Völler, Delneri, Conti, Spalletti, Ranieri, Montella y Luis Enrique.
Todos han contado con la figura de Totti, pero tratando de hacerle sumar desde una posición diferente a la del 'trequartista' con la que le conocimos.
Zeman primero o Luis Enrique más tarde, quisieron aprovecharle partiendo desde la banda, a pierna cambiada, no como 'falso extremo', pero sí sacándolo de una zona donde el rival 'le podía esperar'. El técnico asturiano también le probó como interior, acercándolo a la zona de inicio, pero allí su técnica no resultaba tan determinante y el físico ya no le permitía abarcar tanto campo en vertical.
Pero si quizás por una época pueda ser recordado Totti por las varias generaciones que hemos disfrutado de su fútbol, esa sea por la época de Luciano Spalletti, quien hizo de Totti un primer (?) falso nueve, convirtiendo a un mediapunta en la referencia ofensiva haciendo que 'su' Roma fuera reconocida por jugar con un 4-6-0. Aquella temporada 2006/2007 el capitán romano consigue su mejor marca goleador con 26 goles en Serie A (32 en todas las competiciones).
Aunque la carrera de Totti no sólo ha sido la de un jugador de técnica exquisita con capacidad para amoldarse a varias posiciones de ataque. Es también la fábula del chico de la 'curva' que pasa de animar al equipo de su ciudad a ser el jugador más grande su su historia. Mezclaba su juego con un amor hacia su club que permite que se celebre hoy una efeméride tan bonita y que parezcan hasta cómicos los rumores que apuntaban con su carrera hacia otras ligas.
Totti sólo puede echar en falta haber clavado alguna pica con su equipo en torneo europeo, porque en Italia lo ha ganado todo con un equipo grande, pero que no entra en las quinielas de los campeones con la frecuencia de otros. Con ese pequeño hándicap (dependiendo del criterio de quien lo quiera medir) su talento y su manera de entender el fútbol y la vida han traspasdo fronteras hasta convertirse en uno de los jugadores más admirados de su generación.
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