En conversaciones que pueda uno tener o incluso viendo un partido por
la tele o en el campo, muchas veces resulta poco atractivo como para
captar toda tu atención. Pocas veces podré decir que un partido de
fútbol es ‘aburrido’, porque siempre hay algún detalle positivo o
negativo, que consiga hacer una marca en la memoria, quizás no
permanente, pero sí durante un tiempo como poco.
El problema (?) viene cuando te planteas la cuestión a la inversa
¿qué tiene que tener un partido para ser perfecto? En las últimas
semanas se hablan de los partidos del Barça pero para mí, un punto
importante es que sea un partido ‘entre iguales’, por lo que pocos
partidos del equipo de Guardiola a nivel global me valdrían (otra cosa
sería la de buscar un equipo que haga todo a la perfección en un
partido).
Así que me he permitido elaborar un decálogo (porque el diez mola)
sobre diez aspectos que tiene que cumplir un encuentro de fútbol para
satisfacer plenamente.
Eliminatoria:
Es importante no que sea oficial, sino que sea una vuelta de una
eliminatoria o de un torneo a partido único. Más allá de una final. La
sensación de que es ‘el último partido’ de la competición si no se gana
es fundamental. Crea tensión competitiva en los equipos e ilusiona en la
grada ante la gesta.
Actuación individual: Ojo, es un punto a matizar. Es
necesario que, como mínimo, un jugador, destaque de sobremanera pero
sin llegar a ser decisivo hasta el punto de decantar un partido. Una
actuación sin errores y que ayude a su equipo a plantar cara y a no dar
por perdido el partido en el momento de mayor dificultad.
Polémica: Será un apartado discutible, pero para el
no ganador/eliminado será un clavo ardiendo al que agarrarse y haría que
el encuentro tenga una resaca por unos días y, sí, por qué no decirlo,
provocaría que el pique sano entre los equipos diera lugar a la
picaresca incluso por parte de terceros.
Remontada: Si hablamos de que un partido puede
generar un amplio abanico de sentimientos en el aficionado qué mejor
manera de expresarlo dentro de un mismo partido si hay una remontada.
Como el vencedor va viendo crecer su ánimo hasta el éxtasis y cómo el
vencido no encuentra santo que le consuele la pérdida de algo que su
equipo tenía ‘hecho’.
Héroe efímero: No hay que confundirlo con el jugador
de la gran actuación. Hablo de un jugador que a lo largo de su
trayectoria en ese equipo incluso en toda su vida profesional, sea
recordado sólo por ese partido en lo positivo. Si el fútbol es grande es
por crear mitos de la noche a la mañana y destruirlos de la misma
manera.
Error castigado: Otro factor que humaniza es el de
las limitaciones. Un defensa que resbala y concede un gol, el delantero
que falla a puerta vacía, dos centrocampistas que ‘no se entienden’ y
dejan que el rival les ‘robe la cartera’. No es necesario que sea un
error que decida el partido, pero sí que cueste un gol
independientemente de que sea definitivo o no.
Golpe maestro del entrenador: Que uno o incluso los
dos técnicos detecten el fallo en el sistema y lo corrijan con algún
cambio entre los jugadores de campo o mediante una sustitución
presentando un nuevo partido es algo maravilloso, casi como si llegaras a
ver otro encuentro. No vale el cambio amarrategui o para perder tiempo, eso sí.
Un golazo: como poco. Una falta imposible, un tiro
desde medio campo, una vaselina, una jugada individual mágica… un gol
que se quede en la retina, incluso que pase a la historia como la cola
de vaca de Romario a Alkorta. Es como la rúbrica al partidazo.
Minuto del portero: Como suelen ser los grandes
olvidados, los porteros merecerían su espacio. No siendo el hombre
clave, porque debería mantener su puerta a cero, pero sí frustrando
alguna ocasión con una parada para la foto, o haciendo gala de reflejos
en alguna ocasión múltiple del rival.
Precedente: No es fundamental, pero sí una gran
guinda. Un historial reciente de buenos partidos entre los dos equipos,
alguna polémica en su último enfrentamiento, un jugador que ‘ha cambiado
de bando’, un resultado abultado a devolver… Algo que motive a los
jugadores.
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