A pesar de que jamás a lo largo de la historia de este blog (desde
que comenzamos con blogger hasta llegar aquí) nos hemos querido meter en
cómo los medios profesionales tratan la información que genera el
fútbol, lo que ha pasado en los últimos días con Don Balón me ha tocado
tanto la fibra que no veo otra manera de plasmar mis sentimientos que
dedicándole una entrada, a modo de humilde homenaje.
Mi
relación con Don Balón nació con sus Extras de la Liga. A penas tenía
diez años y tener a tantos jugadores y equipos en un único ejemplar era
como un sueño. Daba igual que con el paso del tiempo quedara desfasada
antes de hora, era la referencia.
Cuando conseguí una habitación propia comencé a comprarla con más o
menos regularidad porque ya tenía un espacio donde archivarlas. Me
gustaba el que, al ser semanal, se pudiera elaborar más los reportajes.
Siempre conseguían, también, alguna declaración que llamaba mi atención
con sus entrevistas.
Ni que decir que todos los extras de Mundiales y Eurocopas caían y
‘se sentaban a mi derecha’ cuando seguía los acontecimientos del torneo.
Cuando descubrí el mundo de las bitácoras como forma de canalizar mi
pasión por hablar y debatir de fútbol, casi al año, gané un concurso y
un texto mío fue publicado en la revista.
Y quizás como premonición, unos meses después empecé a colaborar con Don Balón escribiendo para su web.
A pesar de no ser un profesional, siempre sentí como agradecidos sus
comentarios valorando mi capacidad de transmitir a través del fútbol.
Seguro que el punto culminante fueron mis ‘Postales desde Soweto’ como contracrónica del Mundial de Sudáfrica.
Tras el Mundial tuve que dejar de colaborar con ellos tan activamente
pero el contacto sigue hasta el día de hoy, cuando la revista debe
afrontar su crisis más importante a lo largo de sus treinta y seis años
de vida.
Quizás por eso, por haber sido una minúscula parte dentro de su
gigantesca historia, cuando ayer me enteré de que durante las próximas
dos semanas y quién sabe cuántas más no habrá Don Balón, se me nubló la
mente. Ni tan siquiera pensé en los motivos, sólo me invadió una gran
tristeza, no por los que fueron compañeros y amigos, que seguro que
sabrán seguir adelante, sino por lo que podría estar muriendo como
símbolo.
Así, me senté delante del teclado para pensar cómo había vivido con
Don Balón mi creciente pasión por el fútbol y me vino ese título:
siempre fui de la mano de Don Balón
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