Hoy se cumplen catorce años del momento en el que el entonces entrenador del Real Madrid, Jorge Valdano, sentó a un mito del madridismo como lo es Emilio Butragueño, para dar la alternativa a un menor de edad que daba sus primeros pasos con el equipo C, Raúl González Blanco.
Durante estos catorce años Raúl nos ha mostrado todo el fútbol que tiene dentro, como bien lo definió Valdano, no es un diez en nada pero es un nueve en todo, aunque de un tiempo a esta parte, su rendimiento en el campo, este bajando estas "medias".
Porque seguramente, el último lustro de Raúl, con la excepción del año pasado (con la motivación de la Eurocopa en el horizonte) ha sido lo que le haya apartado de logros personales a nivel mundial.
Y es que a todos nos llamó la atención el bajón que pegó el madrileño a partir de 2003 y que está haciendo que le crezcan detractores y críticos casi a la misma velocidad con la que sigue acumulándo minutos como integrante del primer equipo.
Conseguir cien goles con el club blanco con poco más de veintidos años y haber superado no hace mucho los doscientos cumplida la treintena son un claro síntoma de bajo rendimiento de "El 7".
También dicen que su pasión por jugarlo todo le ha hizo estar "demasiado cascado" a la tierna edad de veintiseis años. Yo sé que Raúl fuerza por jugar hasta límites insospechados, pero con veintiseis años, por más que hayas jugado, estas en el pico más alto del rendimiento físico en condiciones normales, como las que ha pasado él.
Yo creo en las cosas que veo, y no me cabe duda, que me costará ver a un jugador que de casi diez años de un nivel tan alto como el que dio Raúl entre el 94 y el 2003. Si hubiera mantenido ese nivel, ha día de hoy habría destrozado varios récords goleadores.
Así que sólo nos queda agradecerle a Raúl el fútbol que nos ha dado, siendo el rey de la pillería, y que acepte que llega siendo el momento de dejar de ser importante en el campo, para buscar nuevas metas.