He de confesaros que desde que el Zenit eliminó al Vila-Real en su camino hacia la consecución de su UEFA me llamó la atención este equipo. Otra vez un holandés, Advocaat, en un equipo ruso formó la comunión perfecta para llegar al éxito sin reñir con el compromiso que se adquiere con el espectador que paga religiosamente su entrada.
En este equipo, se fermentó la base de la buena selección rusa que tuvo la desdicha de cruzarse con España y su "posesión y progresión": Malafeev (eso sí reserva), Shirokov, Pogrebnyak y Arshavin brillaron con luz propia tanto en su club como con Rusia .
Y por ello, su presencia en la edición de este año de la Champions se presumía más que atractiva, más cuando en otro gran partido, se adjudicó la Supercopa de Europa ante el United de Cristiano Ronaldo (bueno, lesionado) y compañía.
¿Qué ocurre con el Zenit? En su primer partido tuvo que viajar a Turín para ver como un gol postrero de falta le privaba de puntuar para premiar el partido correcto en el que le puso las cosas muy difíciles a la Vecchia Signora.
Más sangrante fue la derrota en casa contra el Madrid, en el que hizo todo bien, excepto lo más importante, aprovechar sus oportunidades, algo en lo que es experto el equipo blanco (herencia de Capello) y que buena muestra le dejó.
Y justo cuando creíamos que en su doble cruce con el BATE, el sorprendente BATE, podría comenzar a sumar de tres en tres y meterse en la picota del grupo o asegurarse la tercera plaza para jugar la Champions, un increíble empate en casa ante los bielorrusos le ponen las cosas realmente difíciles.
Ahora viene el parón de la Champions y mientras que las matemáticas lo permitan, no creo que debamos descartar al Zenit para recuperar el nivel tras su descanso, pero jugar dos de los tres partidos fuera de casa puede ser decisivo para tan escasa renta.