Adiós y gracias por todo

por | 22:31:00
Sabeis que tiendo a evadir con la soltura que puedo la actualidad futbolística pero como culé, estas últimas semanas no han sido las más alegres: eliminación en Champions del único trofeo que quedaba, derrota humillante en Madrid y de nuevo en liga, otra derrota bochornosa en casa ante el Mallorca del amigo Manzano.

La solución ante las crisis por parte de los dirigentes siempre ha sido la más fácil, cambio de entrenador y a renovar la ilusión. Pero esta vez (y he observado que no soy el único) pienso que el entrenador no ha sido el mayor culpable del trágico final de temporada y ciclo azulgrana y por ello, le quiero rendir un pequeño homenaje en forma de carta de agradecimiento por los servicios prestados


Amigo Frank

Recuerdo cuando llegaste al Barcelona. Todos sabíamos que no eras la primera opción de la recien estrenada directiva y que no contabas con muchas horas de vuelo en la dura carrera de los banquillos, pero también recuerdo lo buen jugador y sobre todo, lo inteligente que eras en el campo.
Aquel Barcelona que vivía una época oscura necesitaba un cambio y se apostó por tí, un entrenador joven y con poca experiencia para un club tan grande como lo es el Barça.

Tus inicios no fueron fáciles y tardaste más tiempo del pensado en armar un equipo ganador, pero no tardaste en empaparte de la filosofía de juego que gusta en el Camp Nou, tan pareja a la que te enseñaron en Holanda: posesión de balón, dinamismo y juego de ataque.
En más de una ocasión, cuando la cosa no pintaba bien, se apresuraban en sacar tu nombre a la palestra para culpar a alguien de un posible nuevo fracaso. Pero tú jamás te pusiste nervioso, nunca diste un mal titular y mantuviste tu buen humor de cara a todo el mundo.
Fuiste Rijkaard en la mala época.

Pero diste con la tecla, con el dibujo, con el orden de las piezas o como quieras llamarlo, y el Barcelona comenzó a funcionar como una máquina de hacer fútbol y el equipo se convirtió en una oda a la alegría con el balón, una samba que buscaba el gol y un ejercicio de compromiso entre jugadores dentro de un terreno de juego.

Y nos diste tres años maravillosos, tanto en el campo, donde nadie sabía que hacer para parar ese ritmo tan alto, como en las vitrinas del club, donde se hizo espacio para una ansiadísima Copa de Europa, que no fue el partido más brillante que dirijiste, pero el que más nos hizo vibrar a todos los barcelonistas.
Llegaron los reconocimientos, las portadas, las alabanzas y los premios. Y tú, sin ningún rencor y sin ningún mal recuerdo hacia los que antes te castigaron y ahora te adoraban jamás te pusiste nervioso, nunca diste un mal titular y mantuviste tu buen humor de cara a todo el mundo.
Fuiste Rijkaard en la buena época.

Después de este hito, comenzó poco a poco a marchitarse todo. El club y el equipo, como una rosa, había alcanzado su esplendor y comenzaba su inevitble camino hacia la muerte.
Los jugadores parecían haberte perdido el respeto a ti, que eras el entrenador que aún pensaba como jugador. Y quizás ese fue tu fallo, eres joven y te acuerdas de que un entrenamiento meramente físico es como atar las alas, las concentraciones y las llamadas a la atención no sientan bien a un veinteañero con dinero y optaste por el buen ambiente antes que por el orden.

Las filias y fobias que nacieron entre los futbolistas no fueron culpa tuya pero debiste imponer una ley. Pero da igual, lo hecho, hecho está, y esto no va a cambiar la imagen que has dejado.
Un caballero con los medios, un profesional con quien te pagaba, un compañero de tus jugadores y un SEÑOR con tu afición.

Por eso te dedico esta entrada en forma de carta, porque he tenido la suerte de ver jugar al Barça que tú inventaste de la nada y porque te van a dejar marchar para hacernos creer que la culpa es tuya, cuando no es así.

A la espera de que todo te vaya bien en tu vida, tanto personal como profesional y recordándote que Barcelona siempre será tu casa, me despido
Atentamente

Uno o dos toques
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