Se retiraba Fabiano con la mirada perdida cuando el árbitro con sus pitidos enviaba al Bayern y al Oporto a los vestuarios para que minutos después disputaran los segundos cuarenta y cinco minutos del partido que les enfrentaba por una plaza en la semifinales de la Champions.
El portero brasileño había visto no sólo como el Bayern neutralizaba la ventaja que su equipo traía desde O Dragao, sino que también ponía tierra de por medio a la hora de pensar en 're-remontar'. Cinco goles en unos cuarenta minutos, una muestra de efectividad aplastante sobre el papel, pero que esconde (bueno, no mucho) una primera parte del equipo alemán en la que supo conjugar a la perfección el equilibrio entre la iniciativa con balón, el control del espacio y el acierto de cara a gol (contando con que Fabiano también paró y hasta algún palo se alió con él).
Venía Guardiola a este partido con un ambiente enrarecido si lo comparamos con la complacencia con la que vive en Bundesliga. La salida del jefe de su cuerpo médico tras más de tres década en el equipo, su lenguaje corporal para con él tras la derrota en Oporto, las bajas, preparaban un caldo de cultivo que distaba del que había vivido en cualquier previa antes de partido alguno como máximo responsable del primer equipo del campeón bávaro.
Y quizás demostrando el poco peso de estos asuntos cuando se trata de hablar de fútbol, el técnico catalán preparó a conciencia un partido especial por la necesidad de no sólo ganar, sino de hacerlo con una diferencia de goles concreta. Su plan fue brillante durante el primer tiempo, el periodo donde cerró el partido y el cruce.
El Bayern salió esta vez con un 4-3-3 sobre la pizarra con Lahm como interior teórico y Thiago como pivote. Sobre el campo el capitán del Bayern se desempeñó muy abierto, ayudando a crear superioridades juntándose con 'Rafinha' y Müller, haciendo que el balón fluyera muy bien por la derecha. Por el otro costado Alonso no trabajó tan abierto, pero bastó con las subidas costantes de Bernat y el desequilibrio por fuera y por dentro de Götze para desgarrar al Oporto por ese costado. Tapando los costados había espacios suficiente por dentro para que Thiago dirigiera y marcara el ritmo.
La trampa la acabó de armar Lewandowski, como tantas veces a lo largo de este año, haciendo movimientos muy largos desde la bajada inicial para pivotar como la carrera posterior a ocupar un espacio de remate.
No fue malo el posicionamiento del Oporto pero fue rápidamente desactivado por Guardiola con cómo ocuparon el campo contrario.
Los minutos de descanso sirvieron para que Lopetegui y sus jugadores digirieran lo que les había pasado por encima durante la primera mitad y reconfigurar la disposición y la idea con la que salir de nuevo al Allianz. Ya a la medio hora modificó la banda que ocasionalmente ocupa Diego Reyes (central reconvertido a lateral por la ausencia de Danilo anoche) con la ayuda de un rejuvenecido Ricardo Quaresma. Pasó del 4-2-3-1 a un 3-1-4-2 que le permitió durante la recta final del encuentro hacer daño al Bayern cuando recuperaba el balón y aumentar considerablemente tanto la posesión del balón como la calidad de esas posesiónes. Hizo un gol y pudo hacer alguno más.
Personalmente, no recuerdo la última vez en la que vi caer 'tan bien' a un equipo por un resultado tan abultado.
El partido, de lo mejor que se ha visto en esta edición de la Champions, lo podéis ver íntegramente aquí.
Mientras tanto, el Bayern ha pasado en unos pocos días a ser, de nuevo, 'el coco' en esta Champions.