Aunque cada año lo que rodea a la entrega del Balón de Oro aburre y sobrecarga cada vez más, es difícil no dedicarle alguna reflexión a la entrega del galardón individual más relevante en el mundo del fútbol. Un trofeo del que ya hemos comentado alguna vez que está demasiado 'europeizado', tanto como la capacidad de los grandes equipos del Viejo Continente para captar el mínimo resquicio de talento que surja más allá de su territorio.
Pero este año es especial. No por la presencia de Cristiano Ronaldo y Messi entre la terna de finalistas, algo que hasta que se retiren, si no bajan de forma excesiva, será lo habitual, sino por la elección de Manuel Neuer como uno de los tres mejores jugadores del mundo durante el año que hace unas horas que nos dejó. En un mundo del fútbol de élite donde el juego ofensivo, los goles concretamente, tienen un peso tan grande en cada análisis medianamente serio, los jugadores de corte defensivo y los porteros paracen 'los malos de la película' en cuanto a que su buen hacer se liga, de forma equivocada, a lo que va en contra del espectáculo.
Y es que desde que Lev Yashin ganase el Balón de Oro en 1963 sólo tres porteros más han conseguido colarse en el podio del premio, primero por votación de medios especializados y, desde 2010, por capitanes y entrenadores de selecciones nacionales. Dino Zoff en 1973, Oliver Khan en 2002 y Gianluigi Buffon en 2006.
Porque si estamos cansados de oír hablar de aquello de que los porteros son jugadores especiales, lo son mucho más si ligamos esta posición a un galardón individual. Los porteros que han logrado ser tomados en cuentan no lo consiguieron gracias a una irrupción inesperada en la élite sino tras varias temporadas en ese nivel.
Neuer alcanza la nominación con 28 años, junto a Buffon, los más jóvenes entre los porteros que han aparecido entre los tres mejores del año.
Si bien el patrón que ha llevado a Neuer a colarse en la final del Balón de Oro es el mismo que el de sus otros colegas bajo palos en, digamos, el fútbol moderno: las buenas temporadas previas ya mentadas junto a un hito importante con su selección. Kahn fue finalista en 2002 y principal responsable de que Alemania alcanzase la final y Buffon ganó el Mundial en 2006 siendo pilar junto a Cannavaro (a la postre ganador) del sistema defensivo del campeón.
La diferencia que marca Neuer con respecto a Kahn y Buffon es que no sólo destaca por el carácter defensivo de su rol en el campo sino que también ha tenido importancia como parte del juego de ataque de su equipo.
Tampoco ha sido Neuer el primer portero con salidas llamativas, pero quizás sí el que las haga con un resultado que le ha dado más continuidad a la posesión efectiva de su equipo. Hablar de Neuer en el Bayern es hacerlo, literalemente, del primer atacante y del último defensor del equipo. Un activo sin el que tal vez sea más complicado explicar el sistema de juego que desarrolla actualmente su equipo. Sin él, el juego del Bayern no sería peor, pero sí diferente, distintas formas de empezar a jugar o de cerrar al equipo cuando por la acumulación de pases pueda desequilibrarse.
Por esto, la hipotética concesión del Balón de Oro a Neuer no vendría a decir que Cristiano Ronaldo o Messi sean jugadores menores, a no tener en cuenta un año donde han sido mejores que el resto, sino a premiar el impacto y cambio de rol dentro de un equipo de élite. Una pequeña evolución en una posición para los que muchos piensan que está todo inventado.