'Quince Copas de Europa sobre el terreno de juego' comentó en alguna ocasión el narrador designado para el partido entre el Real Madrid y el Liverpool que se jugó anoche en el Bernabéu. La verdad es que no mentía y por eso el partido, que más allá del historial de ambos equipos en competiciones continentales, reunía a muy buenos jugadores decepcionó en cuanto encontrarnos a una guerra honesta entre dos equipos en busca de un resultado. Los de rojo llegaron con la bandera blanca y los de blanco se limitaron a cumplir su objetivo dejando para otras tardes ese nuevo perfil que busca dominar y anular la respuesta de sus rivales.
Así que como el Real Madrid no nos dio nuevos motivos para seguir hablando de sus nuevos recursos, no paramos a ver al Liverpool, un equipo que celebramos hace unos meses el poder volver a verlo en Champions después de pelear casi hasta el final una Premier que hizo soñar a la afición más fiel y paciente del Viejo Continente, pero que las salidas y llegadas durante el verano, sobre todo en el ataque, han mutado al equipo de Rodgers de tener la agresividad ofensiva para plantar cara a cualquier rival a ser un equipo que viva de la inspiración del atacante o del sacrificio de jugadores más retrasados para cumplir con el gol.
Es innegable que la salida de Luis Suárez debía hacer cambiar la forma de atacar y debíamos aceptar la reducción en el acierto de cara a puerta por lo alto que el uruguayo había dejado el listón. Tampoco el inicio con tanto problema físico de Sturridge ha ayudado a la transición post Suárez en el Liverpool pero un equipo de primer nivel no puede permitirse pasar de encañonar con escopetas a tratar de asustar con tirachinas.
Fijaos en este gráfico de Sky
Ante este panorama ¿podemos justificar la alineación de Rodgers en el Bernabéu? Es altamente impopular decir que el partido entre semana que debía jugar el equipo red ante el Madrid, justo antes de disputar otro ante el Chelsea en casa, y con la inercia de resultados y juego que arrastraba, permitía a Rodgers hacer una gestión de recursos como la que hizo. Y después dando entrada a tres jugadores 'titulares' durante el segundo tiempo con el 1-0, con el partido vivo, pero sin que realmente cambiara demasiado el desempeño entre el respeto y la apatía, en un intento, quizás, de no ser sancionado por no alinear a su mejor equipo disponible (como le exige la Premier y también la UEFA).
Tal vez Rodgers haya sido víctima de una mala planificación de la plantilla para afrontar no sólo los torneos locales sino también para cumplir en la Champions en un grupo donde no era excesivamente exigente pasar a la siguiente ronda.
Pero si amplias el espectro del análisis, se puede observar como Rodgers está tratando de encontrar un sistema que, con los mimbres que tiene, haga del Liverpool un equipo peligroso en ataque (ya habrá tiempo para arreglar lo que le ha quedado atrás).
Hemos visto a lo largo del curso al Liverpool posicionarse con 4-3-3, 4-4-2 o 4-2-3-1 en un intento de traducir su propuesta de posesión en una opción real de hacer daño al rival. A Gerrard posicionándose a diferentes alturas del centro del campo, falsos hombres de banda y el compromiso de que sean quienes sean los laterales, van a darle mucha profundidad al equipo.
El próximo sábado se encontrará ante un Chelsea con la capacidad de quitarle el balón y hacerle daño, pero también, y eso espero, con hacer mucho más daño cediendo esa iniciativa de pelota y hacer daño con un juego menos elaborado y preciso que le está dando muy buenos resultados hasta ahora. El Madrid bien pudo haber servido como piedra de toque (!) para ese partido pero, parece, que un resultado como el 0-3 de Anfield podía haber hecho mucho daño a nivel anímico justo antes de vérselas con el Chelsea.
Así, Rodgers pudo sufrir un desgaste importante de su imagen ayer, pero si quienes tienen que decidir valoran su proyecto y su gestión a largo plazo y se permite asistir en las contrataciones que lleva a cabo (paga mucho por jugadores, digamos que, no de primerísimo nivel) pueden hacer que lo que se vio el año pasado no sea flor de un día y pueda tener una continuidad en las próximas temporadas.