Hoy un alto porcentaje de los aficionados al fútbol no madridistas hablaban de lo determinante de la expulsión de Nani en la vuelta de Octavos de ayer. Del mismo modo que los madridistas exponían cuando hace un par de campañas, esta vez en semifinales, sufrieron al ver cómo se les escapba la final cuando en Semis expulsaron a Pepe.
En este blog no gusta mucho hablar de arbitrajes porque al final del curso, quiero creer, que lo que los errores humanos de un colegiado te quita un día, te lo puede dar otro y todo se salda.
Pero a raíz de este debate del que uno no espera sacar mucho, sí que he leído un clásico en estos escenarios, el término 'arbitraje UEFA'. Es cierto que la rigurosidad es mucho mayor cuando observas un partido de competición europea que cuando asistes a un partido de torneo doméstico. Y digo yo que habiendo árbitros españoles que se adaptan a la exigencia del organismo presidido por Platini (sí, es que da nombre al 'platinato') se olvidan de esa inflexibilidad cuando dejan de oír los himnos tan pegadizos de la Champions o de la Europa League.
¿Por qué no trabajar para que no exista 'tanta' diferencia entre los arbitrajes que asumimos que podemos ver fuera de nuestras Liga con los que vemos todos los domingos?. Yo no creo que los árbitros sean 'malos', se equivocan y sus castigos por ello quizás no dejen satisfecho al perjudicado, pero viven una profesión, en este país, en la que ni les respeta el aficionado ni, en muchísimas ocasiones, les ayudan los jugadores.
Un gol mal concedido (o anulado) o una expulsión siempre es determinante. Desde en una final de Champions hasta en las categorías más humildes del fútbol local.
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