Es inevitable no dedicarle unas líneas a las últimas actuaciones de Alexis Sánchez con el FC Barcelona. La cantidad de ocasiones en las que, teóricamente, se presentaba de cara a portería listo para anotar no sólo no ha sobrepasado lo cómico, sino que se ha convertido en un motivo de burla tan ingeniosa como poco analítica.
Alexis es un buen atacante que llegó al Barcelona para aportar cosas que sí que están siendo destacadas, pero que acaban siendo engullidas por una serie de factores que le convierten en un jugador discutido. Un caldo de cultivo que le coloca en la rumorología de salidas y que, a cada partido que pasa, costará más de revertir.
Con el ánimo de tener algo más de elementos a la hora de valorar sus aportaciones, enumero algunas de las causas que, pienso, debemos tener en cuenta:
Esclavo de su partido ante el Palermo: Su nombre ya sonaba con fuerza para incorporarse al Barça cuando con el Udinese y junto a su socio Di Natale se marcó un partido de escándalo en el que firmó cuatro de los siete tantos con los que su equipo castigó al Palermo hace un par de campañas. El aficionado medio, no acostumbrado a un seguimiento regular a equipos fuera del top de cada país, lo asoció desde entonces a la figura de un delantero con buena relación con el gol.
La odiosa comparación con Villa: Sin ser un jugador castigado por su público, durante esta temporada no soporta la comparación con David Villa en cuanto a efectividad, ratio de goles por minutos y hasta en cariño recibido por la grada. Alexis, que por el trabajo del día a día y su actitud ante su rol rotacional tiene el respeto de cuerpo técnico y compañeros ganado en público, ha gozado de muchas más oportunidades ante las que no ha respondido siendo el delantero con menos goles entre todas las competiciones de un equipo que si bien tiene un jugador que absorbe tanto como Messi (48 goles), se coloca en último lugar tras Villa (11), Tello y Pedro (4 cada uno).
9 sin ser 9: Parece un tema baladí y que podría hasta alimentar la famosa leyenda negra de 'La Maldición del 9' en el Barcelona, pero desorienta y hasta daña la vista que un jugador que salta al campo con el dorsal ligado históricamente al goleador no sea uno. Ayuda a la crítica ver a un 9 fallar tanto o 'que se le apaguen las luces' cuando entra en el área.
Junto a este detalle, se habla poco de los muchos minutos que ha jugado como extremo, abriendo el campo al mismo tiempo en el que sus desmarques tiene más metros hacia la portería. Se nota cuando ocupa una posición más centrada que es cuando sus desmarques se convierten en esas ocasiones ante las que tiene menos puntería.
Sobrevivir a Messi: Hace unas semanas escribí sobre lo que supone para un delantero jugar con Messi y su voracidad competitiva. Sorprendentemente el chileno ha sido el único jugador desde 2008 que ha mejorado sus números con respecto a su primera toma de contacto con el rosarino. A no ser que nos depare un tramo final de temporada de locura, parece que no mejorará esas cifras. Ni tan siquiera las mantendrá. Pero puede dejar una pista sobre su utilidad y rendimiento en el club.
¿Bloqueo?: Al igual que con Fernando Torres, he leído ya varias veces sobre el posible bloqueo mental que puede sufrir un delantero que no ve puerta sin que sea la falta de oportundiades el problema. En muchas ocasiones se alaba el trabajo sin balón, los desmarques, los apoyos... en definitiva, todo el trabajo fuera del área y que no tiene que ver directamente con el gol. Un arma de doble filo que tratando de dar relevancia a otros aspectos del juego que todos los delanteros modernos de primer nivel deben trabajar, acaba convirtiéndose en excusas que no sostienen los minutos en comparación a otros compañeros.
Alexis es uno de los grandes delanteros de su generación, pero no es un goleador. También 'tiene la mala suerte' de convivir en un equipo donde el error ya no sólo resulta grosero, sino que desentona en medio de una armonía local que presenta mucha más facilidad para tener ocasiones que en otros equipos. Si los espacios, lo que más hace brillar al 'niño maravilla' es lo que más le penaliza en un equipo que vive en los tres cuartos del ataque en una alto porcentaje de los partidos.
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