Nunca había pasado tanto tiempo entre dos Superclásicos en Argentina (de competición oficial) y por ello, el River - Boca que se ha disputado hace unos minutos en el Monumental había levantado una gran expectación a la que, en lo meramente futbolístico, no ha respondido. Hubo cuatro goles, dos por cada lado y quizás con ello el aficionado neutral se pueda quedar satisfecho, pero profundicemos un poco más en lo ofrecido por los dos gigantes del fútbol argentino.
Con los jugadores todavía posicionándose, un grosero error de Orión convertía en casi histórico el gol de Ponzio (posiblemente el más rápido en la historia de estos partido) y a partir de ahí, el Xeneize fue un mar de dudas que permitía a River, con poco, robar y salir con cierto peligro. Los espacios que dejaba el equipo de Falcioni y el hecho de que no acabara jugadas; esto aderezado con un poco intensidad en la anticipación presentaban un panorama negro para River que incluso tuvo que hacer dos cambios por lesión antes del cuarto de hora.
Mejor se ponía cuando en la segunda mitad, a pesar de que los visitantes salieron mejor, la mejor jugada del partido en lo colectivo y lo técnico, precedía el gol de Mora (el mejor de River) que parecía cerrar el Superclásico.
Pero a partir de ahí, por orgullo y por las limitaciones de 'La Banda Sangre', Boca fue a por algo. Primero se encontró un absurdo penalty que Silva se encargó materializar y, de atrás y en la hora, como dicen por allá, Erviti fue más listo que nadie en el área, la mejor jugada xeneize que, curiosamente, sucedió a la posibilidad de River de haber logrado el 3-1.
Un River - Boca (o Boca - River) son un partido que no atiende a dinámicas previas y que no tiene por qué decidir el destino y clasificación final. Esa es la grandeza de este tipo de partidos, pero hoy fue una realidad del actual nivel del fútbol argentino a nivel general, donde se castiga más el error que premiarse el acierto, donde la etiqueta de estrella se coloca más por urgencia de ídolos que por condiciones reales en el campo y donde, cabe recordarlo, la crisis hace que el talento se fugue antes de hora.
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