Anoche el Barcelona visitaba Riazor en un partido donde la joranda de selecciones y la víspera de un nuevo partido europeo había hecho que no fueran pocos los que habían olvidado que había que jugar ante el Depor.
El partido fue, en otra época, uno de esos que podrían haber sido calificado de 'caraja' por parte del equipo de Vilanova. Encajar cuatro goles en un partido y no perder es algo que no se ve todos los días, algo que no se puede decir, afortunadamente, de Leo Messi, quien después de seguir con su reconciliación con la camiseta nacional, tenía otro 'día en la oficina' con su camiseta azulgrana.
No caeré en un listado de las cualidades de un jugador que seguramente sea el más determinante que he visto en mi vida, pero me he visto en la manida obligación de hacer una entrada para hacer un par de menciones.
La primera es, como seguro que a muchos os pasó ayer, el partido del rosarino os recordó al que hace ya algún tiempo, Ronaldo, cuando vestía la camiseta del equipo culé, firmó ante otro equipo gallego, el Compostela, cuando comenzó a dar muestras de que estábamos ante algo más que un buen delantero.
Aquel día 'El Fenómeno' contó con la inestimable ayuda de Giovanni, el mediapunta brasilero no alcanzó el nivel esperado, pero su entendimiento con Ronaldo 'facilitó' tardes como la de aquel 12 de octubre del 96.
Y Messi tampoco estuvo solo en Riazor.
Cesc Fábregas venía de una semana difícil tras fallar un penalty que se antojó decisivo al final del partido. No era la primera 'polémica' que tenía sortear en este comienzo de temporada y su partido en Riazor sólo fue ensombrecido por el de su amigo Messi.
Dio tres goles y se movió como pez en el agua en una posición que recordó más a la que le permitió ver sus mejores partidos.
En una entrevista reciente, reconocía que Vilanova le había 'prohibido' bajar al inicio de la jugada. Con criterio, su llegada y acierto cerca del área son suficiente argumento para mantenerlo en una ubicación donde, cuando el rival ocupa el carril central, resta fluidez al juego del Barça.
Ayer jugó algo más retrasado. Recibiendo y viendo a más compañeros a los que pasar o espacio al que llegar y no estar.
El movimiento, ayer, se conviritó en decisivo porque liberó espacio para Messi y volvió a verse ese movimiento de Messi bajando a recibir un balón para que Cesc ocupe el espacio que crea el 10 al arrastrar. Esta variante junto al uso de extremos (Villa qué sacrificio) sirvió para que el Depor no se sumara a esa lista de equipos que 'ensuciando' el campo frenara al Barça.
Y todo esto me lleva a una teoría que quizás alguna vez he compartido con vosotros alguna vez, pero que dejaré reflejada en esta entrada. Ayer el equipo culé formó en el medio con Busquets - Cesc - Iniesta, es decir, Xavi en el banquillo no queriendo forzar a un jugador sobre el que gira el juego del equipo durante el último lustro y que por sus problemas con la acumulación de partidos, hara que de manera paulatina vaya dejando su sitio a otras variaciones en el medio.
Jamás será como con el de Terrasa, pero si cuenta con jugadores buenos como el propio Cesc sin olvidar a Thiago, el Barça podrá continuar con su juego de dominación (?) a través, eso sí, de una versión más vertical, que, dicho sea de paso, también será propensa a estar descubierta en la pérdida.
El Barça volverá a reinventarse cuando Xavi no esté y todos los partidos en donde falle el de Terrasa en el once serán pequeñas pistas para ver cómo será ese Barça postXavi. Cesc puede tener la clave y noches como la de Riazor dan fuerza a ese argumento.
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