Bojan Krkic a punto de firmar por el Milan y los futboleros
posicionándose: un fichaje sorprendente pero acorde con el escenario
decadente que se está montando en San Siro, mientras que otros ven en él
a una esperanza para una delantera más que huérfana tras las salidas de
Ibrahimovic, Cassano e Inzaghi junto a las lesiones de Robinho y
‘Pato’.
Es difícil encontrar a un jugador que con 22 años pueda ser señalado
ya como ‘acabado’ por unos y gente que justifique con sus discretos
números lo que aún se mantenga fe tras muchas esperanzas depositdas en
él en sus primeros partidos en la élite.
En
Barcelona encontró un caldo de cultivo fantástico para hacerse un hueco
en un equipo grande de capa caída y, sólo al final supimos por qué, la
llegada de Guardiola al banquillo supuso el inicio de la mejor época del
club de su vida… sin él. Poco protagonismo
hasta el punto de salir hacia una aventura tan ilusionante como
arriesgada ante la que ha dejado un poso poco definible (7 goles en 37
partidos, uno cada 199 minutos de juego). Una vez más insuficiente para
convencer a un nuevo técnico, pero que, de nuevo, le abre la puerta de
un gran club donde se encuentra el mismo escenario: un grande en plena
transición.
A veces pienso que el gran problema de Bojan tiene que ver con roles y
esteriotipos fuertemente arraigados en los entrenadores que ha tenido.
Delantero menudo que en los noventa hubiera acompañado a un ariete ha
visto como su alma de 9 vive en un cuerpo de segunda punta o de un
jugador con menos presencia en el áre de la que necesita. Guardiola lo
llevó a la izquierda y Luis Enrique también insistía en sacarlo del
área. Y ese parece su gran aval para esta nueva etapa,
en el Milan ya sea solo o con otro compañero, pisará mucha área y ahí
es donde debe reencontrarse con sensaciones conocidas. Sólo el tiempo
nos dirá si estamos a tiempo de ver a Bojan cerca de su límite o no.
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