Exigente partido el que le ha planteado Portugal a España hasta el
punto de que ha llevado la decisión del primer finalista hasta el punto
de penalties y que ya veremos hasta qué punto pasará factura el
esfuerzo físico realizado de cara a la final del domingo.
He de reconocer que no esperaba un planteamiento así y por ello, el
desarollo y las decisiones de Bento y Del Bosque era lo suficientemente
llamativas para no buscar los habituales cinco puntos a remarcar.
Planteamiento de Portugal: Valiente y consecuente al
rival que tenía delante y con lo que se jugaba. Hasta ahora habíamos
visto a una Portugal construída desde atrás, de contraataque y de ritmo
vertiginoso en contraataque. Un planteamiento que ante España habría
provocado que esos contraataques naciera muy lejos del área y por ello
habrían sido más difíciles de ejecutar ante el sistema de recuperación
de los españoles.
Así que presión alta, defensa adelantada y mucha concentración
presentaron a España ‘un campo sucio’. No sé si incluir como parte de
este plan las muchas interrupciones que hubieron, pero de hacerlo lo
haría como ‘una herramienta más’ que hacía que el tiempo corriera de su
lado.
Evolución del ataque de España: Ante Portugal tocó
con delantero y tres mediaspuntas, después pasó a un centro campista
más, para dar paso a un hombre de banda sin referencia arriba y acabar
el partido con dos jugadores muy abierto (Pedro y Navas) con tres
llegadores. Todo muy hilado para ir llevando a Portugal hacia dónde
querían ya que todos esperábamos que los de Bento acabaron acusando el
esfuerzo titánico que estaban llevando a cabo. La prórroga lo evidenció y
el jugar con dos extremos partió las ayudas de Pereira y Coentrao al
ataque dejando el contrataque sólo a los jugadores de ataque: más
peligrosos pero eliminado el factor sorpresa. Aunque pueda parecer
extraño, los cambios de España metiendo a hombres de ataque iban más
destinados a desarmar el ataque de Portugal que a hacer daño a su
defensa.
Los laterales de España: Está siendo un punto
habitual, pero en cada partido han sido así de relevantes. Arbeloa
comenzó muy fuerte en ataque (de forma presencial) pero en cuanto
Portugal cargó por su lado dejó de ser un activo en ataque. Y luego está
lo de Jordi Alba, que se cansó de dar profundidad al equipo, de
desdoblar y de ser una alternativa eficiente al grueso juego interior de
España. En defensa no descuidó y hasta se permitía salidas que
indicaban claramente no sólo su buen estado de forma, sino también el
plus de confianza con el que jugó. Cuando Del Bosque sacó a Navas y a
Pedro, Arbeloa y Alba no sólo no dejaron de subir, sino que contaban con
ayuda en las coberturas.
Agotamiento luso: A pesar de que llegaron a su
objetivo, los penalties donde las fuerzas se debían igualar, uno se
puede preguntar si era necesario un despliegue tan intenso durante los
noventa minutos para arriesgarse a perderlo todo en la prórroga donde la
puntería y Rui Patricio fueron la fina línea que les retrasó su
eliminación. Además el cansancio fue uno de los motivos que explica los
fallos en los metros finales en las ocasiones que tuvieron. Cristiano
Ronaldo decía ‘injusticia’, pero los que me leeis habitualmente sabéis
que no me gustar dejar a mercer de algo que no puedes controlar en un
juego en el que son los detalles que se trabajan los que acaban
decidiendo el vencedor.
Cesc en la historia: Cristiano Ronaldo se había
reservaro el quinto penalty no por miedo, sino para ser la cara de la
histórica victoria. Y eso le pasó a Cesc. Le llaman ‘el empanado’ pero
su cara y sus penalties forman parte de la historia del fútbol español
con 25 años y mucho por delante. Tanto que opaca injustamente la tanda
de Casillas, no en cuanto a paradas, sino a la confianza que desprendía.
Sin olvidar del arrojo de Ramos. Si Pirlo rebajó la euforia de Hart con
un Panenka, Ramos cambió el rumbo anímico de la tanda con su Panenka.
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