Tras la última derrota del Chelsea, se ha producido una de las
destituciones que llevaban unas semanas mascándose, la de Vilas Boas. El
joven entrenador que hace menos de un año estaba en boca de todos por
su gran campaña con el Oporto, aceptó el reto que le propuso Abramovich
(aunque no fuera su primera opción) de recuperar el cetro liguero en
primer lugar y de ganar la Champions de una vez por todas.
Desde
fuera parece que ni él se hizo al equipo ni el equipo le aceptó. No se
puede explicar de otra forma que el equipo haya hecho su peor promedio
de puntos de la década y que haya desplegado un juego tan pobre en estos
meses. Pero más allá de entrar en detalles sobre las causas o la
justicia o no de esta decisión, merece la pena hacer una reflexión sobre
las grandes contradicciones que se viven a diario en el fútbol de
máximo nivel, algo que lejos de generar debate, parece que lo torna más
adictivo.
Leí hace unas semanas a Santiago Solari hablar sobre lo democrático del fútbol (por un tema que no tiene nada que ver con este),
pero en el fondo, dentro del fútbol profesional se vive bajo dos
dictaduras: la del resultado y la de los jugadores. A pesar de que un
entrenador puede llegar a trabajar los siete días de la semana en
preparar una victoria, ésta, a pesar de tener todos los aspectos
trabajados, no deja de depender de que alguno de sus jugadores marque un
gol que sume uno más que el del rival. Y, más ceñido al caso de Vilas
Boas, el éxito de un técnico también depende de cómo se gane a sus
jugadores. Parece que la inexperiencia como jugador y su juventud no
colaron a la hora de llevar a cabo el cambio generacional que reclama el
Chelsea. El futuro de André estaba en las botas de sus jugadores que de
manera sibilina se lo han quitado de en medio.
¿Cómo podemos permitir que los jugadores manejen el curso y el futuro
del equipo en función de lo bien que les caiga su jefe? ¿Qué códigos
rigen el fútbol que permiten que los trabajadores mejores asalariados de
una institución (ojo, también porque genera más ingresos que ninguno)
no tengan que rendir cuentas ante nadie por sus acciones? Está claro que
esta ‘cama’ que le han hecho a Vilas Boas, no es la primera ni la
última que se verá en el mundo del fútbol, pero en medio de palabras y
conceptos que se oyen en el día a día de la actualidad futbolística como
el rechazo al ‘resultadismo’ o los ‘proyectos a largo plazo’ llama
poderosamente la atención lo rápido que se olvidan cuando tu equipo no
cumple con los objetivos a corto plazo.
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