Ese tipo de aficionado

El pasado domingo asistí al partido entre el Levante y el Sporting en el Ciutat de València y por temas que no vienen al caso, no ocupé mi habitual asiento con mi hermano, sino que vimos el partido en una zona que hacía muchísimo tiempo que no ocupaba: la más alta de la grada central.
Allí, quizás acostumbrado a los comentarios de los parroquianos habituales, no pude de dejar de sorprenderme con las reacciones al juego y las fobias adquiridas por un sector de aficionados que estaban allí. El perfil era de un hombre que pasaba de los cincuenta años y que, parece, lleva tiempo asistiendo al campo.

Pero más allá de que respete todas y cada una de las opiniones que pueda tener alguien sobre algo tan trivial como lo es el fútbol y totalmente alejado de que querer imponer mi criterio al de cualquier otro, fue tal el asombro con el que salí (a todo mecha, horrorizado) del campo, que sabía que tenía que dedicarle unas líneas.

Quizás sea la ‘deformación profesional’ (?) la que me hace huir de la crítica a ‘toro pasado’, algo que estos aficionados ejecutaban a la perfección: desde su posición privilegiada a la hora de ver la disposición y los movimientos de los jugadores no dejaron de indicar al que llevaba el balón a quién debía dar el pase. Si el futbolista optaba por otra elección había dos opciones: que el pase saliera bien y que ellos replicasen con un ‘mira que lo hacen complicado’ o que saliera mal y, sin rubor alguno, sentenciasen al que erraba con un ‘es que no tienen ni idea’. No fue en una jugada aislada, ni en dos, fue durante todo el partido.

Pero el summun de las contradicciones fueron los juicios hacia la figura de Juanlu, extremo izquierdo al que ya he señalado en varias ocasiones como clave en el juego del Levante. Desconozco los motivos pero más allá de haber conseguido un tanto y de haberse mostrado tan activo como siempre, el malagueño no daba la sensación de jugar contento. Tampoco entré en ese momento a valorar el factor sentimental del jugador. Pero lejos de dejarse influenciar peleó como siempre.

No fue así para estos nuevos hinchas que estaba ‘conociendo’. Criticaron todas las pérdidas de balón del 20 levantinistas y no cayeron en la cuenta de que el propio jugador recuperó los balones que perdió en la misma jugada. Ver el descosido y no ver el buen remiendo. No me pareció un juicio justo.

Y lo más sorprendente no fue que celebraran el gol de Juanlu haciéndole ‘peinetas’, sino que cuando le buscaban en largo y al espacio, no era porque fuera un movimiento ensayado o una salida táctica trabajada, sino porque ‘es un vago que no baja y los compañeros saben que estará ahí’ y, dos jugadas más tarde, criticaban el que estuviese ayudando al lateral creando un dos contra uno que anuló ese ataque sportinguista. Todo un despropósito que resume, tal vez, lo dudoso de sus argumentos para enjuiciar.

El partido, en general, no tuvo mucho que analizar: el equipo de Preciado fue blando y poco continuado en su juego de ataque (a pesar de tener ocasiones de gol clarísimas) mientras que el Levante jugó el mejor partido del año. Quizás por eso, tuve tiempo de ‘entrenerme’ con unos aficionados que no parecen valorar en nada el buen inicio del equipo que con seguridad, les ahorrará el sufrimiento dentro de unos meses ¿a quién criticarán entonces?

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