Desde la distancia, veo al Palermo como un Vila-Real en Italia, un club joven (refundando en 1987) que ha vivido un crecimiento importantísimo en esta década hasta situarlo, desde luego no como un candidato al título liguero, pero sí como un animador del torneo que encuentra en las participaciones europeas un premio a su trabajo y un incentivo para seguir reclamando importancia en un fútbol tan exigente como lo es el italiano.
Parte de culpa la tiene su actual mandamás, Maurizio Zamparini, empeñado en en ver a los rosanero en la parte alta de la tabla y no como un mero surtidor de los grandes dominadores del fútbol italiano. Es innegable que ha ido desprendiéndose de sus grandes figuras en los últimos años: de los seis Campeones del Mundo que aportó a la selección italiana en 2006(Toni, Barzagli, Zaccardo, Grosso, Barone y Amelia) no queda ninguno en el actual equipo, pero lejos de resentirse deportivamente, ha sabido buscar recambios tan anóminos como estos internacionales cuando llegaron y con tan buena adaptación deportiva como ellos.
Quería centrarme en los tres jugadores que pienso que marca el ritmo de juego del equipo y que personifican la propuesta deportiva del Palermo: el italiano Miccoli, el argentino Pastore y el esloveno Ilicic.
Fabrizio Miccoli, capitán que comienza a encarar la recta final de su carrera es uno de esos jugadores mágicos que aparecen de vez en cuando en el jardín de la rudeza que se cultiva en muchos campos italianos. Como si no quisiera romper el patrón, tiene un carácter especial pero se le perdona todo porque traslada esa osadía al campo. Dueño de una incuestinable calidad técnica, ve como el paso del tiempo y sus aventuras en grandes equipo (Juve 2003-2004), Fiorentina (2004-2005) y incluso en otras ligas de categoría B (Benfica 2005-2007) no han hecho más que completar su juego a nivel táctico. Se ha convertido en un veterano decisivo a varios niveles y que jamás se esconde. Sólo ciertos problemas físicos le han podido restar protagonismo, pero su facilidad de asociación ha ayudado a la integración de sus otros dos compañeros de fechorías.
Javier Pastore es la gran esperanza argentina a la recuperación de la figura clásica de enganche. Conduce, habilita, marca los tempos y todo con una clase tan llamativa como atractiva. Por su juventud, podemos pensar que sólo puede ir a más, y cada día se oyen rumores de posibles marchas. Zamparini tiene claro que el que vaya a por él, tendrá que dejar el dinero en la caja. Fue la figura más relevante de ese Huracán de Cappa que maravilló con su juego de toque no hace mucho y su adaptación al fútbol europeo ha sido rapidísima. Cosas de jugones.
Josip Ilicic es quizás, al que menos bola mediática se le pueda estar dando fuera de Italia para el gran aficionado, pero los que siguen esto con más detalle saben que el medio esloveno es tan importante en el juego rosanero como Miccoli y Pastore. Toca siempre con inteligencia y sabe decidir cuando conducir, cuando no, cuando buscar un pase que dé peligro a la jugada, cuando serenar el juego... y también lo hace con elegancia y con adornos que nos recuerdan lo bien que se lleva con la pelota. No fue al Mundial pues, no sé ni explicarlo, y mira que Eslovenia no presentó mal equipo, pero no hay justificación para no haber vivido su primer gran torneo a los 22 años.
Tres jugadores fantásticos que aportan el toque determinante a un equipo bien construído a pesar del rosario de entrenadores (20) que han ido pasando en la última década, y es que el Palermo, también ha sido trampolín, en ocasiones, para los técnicos que lo han dirigido.
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