Uno de los equipos que más ganas tenía de ver en esta doble (para algunos) jornada de clasificación para la Eurocopa era a la nueva Francia de Laurent Blanc.
Después de, ya no sólo la pobre participación a nivel deportivo, sino de todo el lío que hubo alrededor de Domenech y sus convocados, el ex entrenador del Girondins anunció una limpia seria: ningún jugador convocado para el Mundial acudiría a su primera llamada.
Claro que el nuevo seleccionador tenía varios ases en su manga. Por ejemplo, Lass Diarra, se cayó a última hora por lesión, y viendo que Domenech se dejó en casa a Benzema, Nasri, Mexes o Tremoulinas, Francia tiene mimbres suficientes para deshacerse de la vieja cesta que no sirvió en Sudáfrica y armar otra para recoger frutos en algo menos de dos años.
Su debut, desde luego, fue desalentador. Una histórica derrota en casa por 0-1 ante la débil Bielorrusia hacía que todo el mundo volviera a hablar de Francia, pero usando calificativos que parecían ecos de los que se usaron en el Mundial. Si os soy sincero, sí, el partido fue malo, pero se notaba otra actitud, y sobre todo ese equipo desprende ilusión. Igual me traiciona el corazón pero esa derrota me recordó a cómo comenzó la Liga el Barça de Guardiola, perdiendo ante el Nunamcia y cómo acabó todo.
Obviamente, no veo a Francia ahora mismo como campeona de Europa, pero desde luego sí mucho mejor que aquel equipo que se paseó, literalmente por Sudáfrica.
Y después de ese palo, casi sin tiempo para digerirlo (quizás fue lo mejor) tocaba visitar Bosnia para medirse al equipo de Dzeko. Y ahí Francia sí que se mostró superior hasta el punto de ganar por 0-2, ahora sí, con jugadores mundialistas (de hecho, Malouda -de lo poco rescatable en el Mundial- anotó un tanto).
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