Turno esta semana para un Mundial especial para nosotros, pero por mucho más que porque se celebrara aquí, sino por lo que significó socialmente y sobre todo, personalmente creo, por la estética que lo rodeó desde el primer día.
También fue importante por la ampliación a veinticuatro los equipos que tomarían parte en la fase final lo que provocó una nueva revisión del sistema de competición: una primera fase de liguilla con con seis grupos de cuatro equipos, una segunda también de liguilla pero esta vez por cuatro grupos compuestos por tres equipos y de ahí saldrían los semifinalistas.
Honduras, Nueva Zelanda, Argelia, Kuwait y Camerún fueron los debutantes en la fase final. La vez que más hubo debido al cambio de plazas clasficatorias que también revisó la FIFA. Ninguno de ellos pasó de la primera fase.
España, clasificada como anfitriona, preparó el Mundial con mucha ilusión y pasó la primera ronda quedando segunda tras Irlanda del Norte y superando a Yugoslavia y a Honduras (que a punto estuvo de darle el susto y a la que sólo pudo arañar un empate.
El haber pasado este primer grupo sin mucho brillo, dio señales de lo que podía pasar y cuando se vio encuadrada en la segunda fase con Alemania e Inglaterra seguro que más de uno pensó, sin equivocarse al final, que hasta ahí se llegaría. Un discreto empate a cero ante los ingleses y una derrota por la mínima (2-1) ante Alemania, puso punto final a la participación de España en su Mundial.
Hablando de lo bueno que nos dejó el torneo, siempre recuerdo a Brasil como la primera, aunque ni tan siquiera llegara a semifinales. Presentó en este torneo uno de los mejores centros del campo que se ha visto en esta competición y dejó el mejor partido de la historia de la competición cuando se midió a Italia en la segunda fase del torneo, aquella tarde en Sarrià donde Paolo Rossi entró en la historia de los Mundiales.
Alemania y Francia jugaron una de las semifinales. Ambos equipos también firmaron un gran torneo y el partido que les cruzó también dejó algunas imagénes para la historia del torneo como la terrible entrada del portero Schumacher a Battiston. Los galos, con Platini a la cabeza, eran uno de los equipos más completos del campeonato y con un juego más dinámico, pero nada pudieron hacer contra un equipo mucho más maduro y con mucha más pegada como el alemán.
Polonia, que hizo su último gran torneo, llegó a la otra semifinal donde se encontró con Italia. Ya se habían cruzado en la primera fase donde empataron a cero. Pero cuando se llegan a estos niveles de competición, la 'Squadra Azzurra' multiplica sus prestaciones por dos. Ni el contar con un veterano Lato, ni con el gran Boniek ni la ayuda de Smolarek fue suficiente para doblegar a los jugadores dirigidos por Bearzot.
La final jugada en el Bernabeu fue una gran demostración de Italia, pero no hablo de un 'baño' de fútbol, sino de cómo los transalpinos supieron contraatacar y jugar donde hacían daño a los alemanes.
Justa victoria en ese partido que permitió a un cuarentón como Dino Zoff levantar el trofeo.
En las decepciones, a parte de España, de las peores anfitriones hasta entonces, me quedo con Argentina. Pasó la primera fase pero no encontró su juego en el debut de un Maradona que fue durísimamente marcado durante todo el torneo como el que le aplicó Scirea.
Nombres propios, sin lugar a dudas, Paolo Rossi, que llegaba casi sin jugar en aquella temporada y que lideró a base de goles (fue el máximo goleador del torneo con seis tantos) a Italia hacia el título. También el centro del campo de Brasil formado por Falcao, Sócrates, Zico y Cerezo, soy pesado pero eran muy buenos.
Algo por debajo con respecto a ese centro del campo estaba el de Francia con Genghini, Platini, Giresse y Tigana.
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