De todos los análisis de la semifinal de Champions, hay un aspecto que me llama poderosamente la atención. Muchos lo han utilizado para meterse con Mourinho, pero poco importa cuando el Inter ya está en la final. Si hay un jugador que estuvo imperial fue Eto’o. No por su juego, pero sí por su carácter de ganador.
Eto’o fichó por el Inter a cambio de Ibrahimovic y siendo dos estilos contrapuestos se veía un cambio de rumbo en los dos equipos. El Barça esperaba un punto mayor de calidad en su ataque y el Inter dos puntos más de trabajo en su primera línea.
La temporada de Eto’o no ha sido brillante. Incómodo en ataque, abierto a banda y desconcertado en muchos partidos. Sin embargo, Mourinho le ha dado confianza y a pesar de tener la enorme competencia de Milito, nunca ha salido del equipo titular. En los últimos meses, conforme el portugués ha ido encontrando su equipo, Eto’o ha ido encontrando su sitio.
Eto’o, el goleador del mejor Barça de la historia, ha dado un paso atrás por el bien de su nuevo equipo. Ese Eto’o egoísta que quería ganar pichichis fuera como fuera, que quería centrar la atención sobre su propia persona, ha dejado paso al Eto’o que se coloca en un lateral para ayudar a su equipo. Es algo que no creo que nunca hiciera Ibrahimovic.
