Con la llegada del mercado de invierno a las principales ligas europeas, arriba una de mis épocas favoritas del calendario, aquella en que muchos equipos, grandes y menos grandes, cumpliendo sus objetivos o no, liderando la tabla o quemándose en el azufre del descenso, anuncian que han encontrado uno de esos jugadores que puede reforzar al equipo justo en el aspecto en el que el combinado flaqueaba o incluso alguien que puede cambiar la historia a corto plazo del club.
Pero en un alto porcentaje de ocasiones estos jugadores no logran cumplir con los expectativas y dista mucho de lo que se dicen de ellos en las presentaciones. Todo esto da lugar al fenómeno pufo, esos jugadores que pasan sin pena ni gloria por equipos más potentes del que procedían y que de los que rápidamente perdemos la pista.
Existen dos clases de pufos, diferenciados basicamente por el club que los ficha. También he de añadir que los pufos no tienen que ser fichados exclusivamente en el mercado de invierno, pero dada la naturaleza del mismo (pagar mucho por jugadores que seis meses antes valían la mitad y menos movimientos que en verano, por lo que es más fácil "controlar" los pases y sobre todo hay más tiempo para hablar y conocer de ellos) se concentran más pufos en este periodo.
Como os contaba, el pufo se divide en dos categorías. La primera son los pufos de club modesto: llegan sin que los conozca nadie y se marchan a las pocas temporadas sin que nadie tenga claro que ni tan siquiera a dónde de se va. Sus principales rasgos son:
- Se lesionan mucho o sufren algún problema físico de larga duración
- Juega al principio pero desespera al entrenador y deja de participar
- No llega a jugar más de doscientos minutos en una temporada por no ser petición del técnico
A estas tres características principales hay que añadir "extras" como destinos exóticos o distinciones individuales de corte bajo que son vendidas como excelencias (todavía recuerdo cuando la Real fichó a Markus Pürk por ser el mejor jugador de la "potente" liga austríaca).
La otra categoría, la de pufos que llegan a clubs grandes daría para escribir un libro con todos los que lo han logrado. Además de las características de los pufos de club modesto, dado el caracter poderoso del destino hay que añadir más "virtudes":
- Suelen costar mucho dinero, ya que un club grande se le puede apretar más en la negociación.
- Algún intermediario o representante suele sacar tajada.
- Para más inri del club grande, cuando lo malvende o cede a otro club suele destacar.
- Entra en la historia del club... como mofa de los seguidores rivales.
La verdad es que es escandaloso recordar casos como el de Dobrowolski y Pilipauskas (Atleti), Ciric, Christanval o Dugarry (Barça), Vitor, Omjenovic o Woodgate (Madrid) y los de Saïb y Marcelinho Carioca (Valencia). La relación inversión-beneficio es para llorar.
Además que la Ley Bosman, que abrió y cambió para siempre el mercado de fichajes, abarató la capacidad de importar...no, de dejarse embaucar de muchos dirigentes de nuestras liga.
En fin, amigos, os voy a dejar porque voy a mirar páginas de fichajes para ver con qué me voy a entretener en mis vacaciones navideñas.
2 Comentarios
No es dificil recordar en Albacete a dos figuras del futbol mundial que pasaron por nuestras filas como Caca y Fabiano Luis...Solo tenemos que conseguir, que la proxima vez, el director deportivo no se deje llevar por el nombre...xDDDD
Barriendo hacia el lado de mi casa, creo que esto es diferente cuando nos referimos a incorporaciones latinoamericanas. El mes de diciembre -en general- implica el final de la temporada, especialmente en el Cono Sur. O sea, los jugadores que salen no son "el descarte" de sus respectivos equipos. Otra cosa es que estos fichajes invernales tengan que pasar por la casi inevitable fase de adaptación al fútbol de Europa. El caso más patente y reciente es el de Gonzalo Higuaín, quien hoy parece un futbolista absolutamente diferente al que llegó hace dos Navidades. Una de las mejores cosas que ha hecho el Real Madrid en los últimos años ha sido darle confianza a "Pipita", quien pintaba para "pufo" y quizás acabe como "crack".