Caprichos de goleador

por | 21:44:00
A todos nos llega la madurez tarde o temprano, esa etapa en la vida en la que eres consciente de lo que te ha costado llegar a donde estas, eres capaz de valorar lo que has tenido que recorrer para llegar a un estado de sobriedad anímica contigo mismo y con los demás. A unos les llega pronto, a otros tarde y parece que sólo las exigencias de la vida en su día a día son las que te hacen alcanzar este estado de bienestar.

Esta madurez es la que parece que ha alcanzado Nicolas Anelka durante su estancia en Londres jugando para el Chelsea. Por fin es sólo noticia por lo que hace (y bueno) dentro del campo que por sus excentricidades dignas de adolescente caprichoso. Puede que sea también porque fue un chico sin adolescencia, puesto que sin haber llegado a la mayoría de edad ya corría detrás de la pelota como jugador profesional.

Porque un jovencísimo Anelka debutaba en el PSG con diecisiete años, después de deslumbrar a los entendidos en el Mundial de Malasia junto a unos desconocidos compañeros de delantera que jugaban en las categorías inferiores del Mónaco que respondían a los nombres de Thierry Henry y David Trezeguet. Casi nada.
Ya en su día hablamos del buen olfato que tiene Wegner para ver el talento y no se le escapó la esencia que desprendía Nicolas para llevárselo a Londres para convertirlo en un gunner. Como parte del Arsenal en las dos temporadas en las que formó parte del primer equipo, ganó sus títulos más relevantes a nivel nacional y se labró un nombre que rápidamente copiaron los ojeadores de los equipos más ricos de Europa...

Y así el Real Madrid tirando de chequera se lo llevó (33 millones de euros de la época que dieron muchísimo de que hablar) para enseñarnos de primera mano la extraña personalidad del delantero galo. Cierto que dos goles suyos facilitaron el camino hacia la Octava... pero poco más de reconocimiento os podrán contar los aficionados blancos. Eso sí, sobre sus manías, su poco profesionalidad y sus rarezas se escribieron páginas y páginas. Sólo os diré que a los pocos meses de fichar por el Madrid, con diecinueve años, llegó a declarar que quería dejar el fútbol... inaudito.


A partir de ahí, deambuló por varios equipos: volvío al PSG, tuvo una nueva aventura inglesa (Liverpool y City) y fichó por el Fenerbahçe para que muchos entendidos diera finiquitada su carrera con veintisiete años. Pero en Turquía quizás por la falta de presión o por la dependencia de su juego, resurgió. Volvió a ser ese delantero de elegante zancada, de toque exquisito y frialdad de asesino dentro del área. Un lujo para el espectador cuando se sentía jugador de fútbol. 
Y gracias a esa temporada un nuevo equipo inglés, el Bolton, le dio una nueva oportunidad para hacer algo grande en "su" liga favorita...

En tan sólo una temporada acaparó la atención de los focos. Volvió a ser ese cisne oscuro, ese delantero que parecía absorto de todo hasta que en dos movimientos "te mataba" con un gol de bandera, ese nueve fino estilista que compartió molde con el mejor Henry. En sus cincuenta y tres partidos con el Bolton anotó veintiún goles, una cifra nada despreciable para un equipo de perfil bajo en una liga con auténticos tiburones.


Llegó la oportunidad de su vida profesional. Con la cabeza amueblada, con las botas preparadas para destrozar redes y con un cartel renovado, el todo poderoso Chelsea, buscando un nueve que supliera al lesionado Drogba, encontró en el francés al jugador que reunía todas las características que ansiaba: goleador, conocedor de la Premier, experimentado en Europa y con ganas de hacer algo en un grande.
Este año lo está bordando, está siendo el estilete que tiene al Chelsea en la parte más noble de la Premier y camina por Europa con paso firme después del subcampeonato del año anterior, donde nuestro protagonista anotó "revancha" después de fallar un penalty decisivo que alejó a los londinenses de la ansiada Copa de Europa.

Su carácter le ha alejado de las grandes citas con Francia, donde podía haber formado un trío letal con sus dos compañeros de viaje en Malasia hace casi doce años... Pero cuando viaja con los Bleus, siempre cumple, y quién sabe si su momento le llegue superando la treintena.
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