Es realmente interesante dedicar los domingos a escribir sobre estadios de fútbol, porque me permite leer y conocer un poco más sobre los lugares donde el fútbol escribe capítulos de su historia.
En el día de hoy, la verdad, no ha nacido esta entrada por un motivo alegre.
En los años cincuenta, el presidente peruano, el General Odría comenzó a realizar grandes construcciones con el fin de reactivar el país. Colegios, hospitales, grandes edicifios y por supuesto, un gran estadio de fútbol. Con esta idea nació el Estadio Nacional, como un gran recinto donde no sólo el fútbol tenía cabida, sino que más deportes con reconocimiento popular por parte del pueblo peruano encontraron en este estadio un lugar donde desarrollarse.
También la Federación Peruana aprovechó los delirios faraónicos del presidente y gracias a este campo consiguieron ser la sede de la Copa Sudamericana del 53 (luego lo sería del 57 también) y las estructuras de madera del antiguo estadio nacional fueron destinados a remodelaciones de estadios más pequeños.
Así se construyó este estadio de cuarenta y ocho mil espectadores que tiene la triste marca de ser el estadio donde se produjó una de las tragedias más graves de la historia del fútbol (si no la que más).
Todo se inició cuando en un partido entre la selección de Perú y la de Argentina clasificatoria para las Olimpiadas del 64 en Tokio dentro de unos meses. Los visitantes ganaban por 0-1 y Perú consiguió empatar y se desató la locura en las gradas hasta que el árbitro anuló el tanto, todo esto a falta de pocos minutos para la finalización del partido.
La hinchada local enfuercida tuvo que ser reducida por la policía que disparó botes de gases lacrimógenos, grave error. La masa huyendo de los lanzamientos se fue agolpando en torno a unas puertas que estaban cerradas y se produjeron avalanchas humanas.
El resultado, desolador; trescientos veinte muertos (aunque se asegura que fueron muchos más) y alrededor ochocientos heridos.
Tras esta tragedia se redujo la capacidad en tres mil localidades para fortalecer la seguridad, pero parece que después de cuarenta años todo se ha olvidado y se planea una nueva remodelación para llegar a las sesenta mil asientos y una pista de atletismo, eso sí, de cara a 2015.
Pero hay también algo curioso por lo que hay que recordar este estadio. Se consturyó en su día una torre a modo de palco para autoridades que ya desde hace tiempo está en desuso, salvo su fachada, en la que se graban los nombres de los deportistas peruanos que logran grandes gestas defendiendo los colores de Perú.
En el día de hoy, la verdad, no ha nacido esta entrada por un motivo alegre.
En los años cincuenta, el presidente peruano, el General Odría comenzó a realizar grandes construcciones con el fin de reactivar el país. Colegios, hospitales, grandes edicifios y por supuesto, un gran estadio de fútbol. Con esta idea nació el Estadio Nacional, como un gran recinto donde no sólo el fútbol tenía cabida, sino que más deportes con reconocimiento popular por parte del pueblo peruano encontraron en este estadio un lugar donde desarrollarse.
También la Federación Peruana aprovechó los delirios faraónicos del presidente y gracias a este campo consiguieron ser la sede de la Copa Sudamericana del 53 (luego lo sería del 57 también) y las estructuras de madera del antiguo estadio nacional fueron destinados a remodelaciones de estadios más pequeños.
Así se construyó este estadio de cuarenta y ocho mil espectadores que tiene la triste marca de ser el estadio donde se produjó una de las tragedias más graves de la historia del fútbol (si no la que más).
Todo se inició cuando en un partido entre la selección de Perú y la de Argentina clasificatoria para las Olimpiadas del 64 en Tokio dentro de unos meses. Los visitantes ganaban por 0-1 y Perú consiguió empatar y se desató la locura en las gradas hasta que el árbitro anuló el tanto, todo esto a falta de pocos minutos para la finalización del partido.
La hinchada local enfuercida tuvo que ser reducida por la policía que disparó botes de gases lacrimógenos, grave error. La masa huyendo de los lanzamientos se fue agolpando en torno a unas puertas que estaban cerradas y se produjeron avalanchas humanas.
El resultado, desolador; trescientos veinte muertos (aunque se asegura que fueron muchos más) y alrededor ochocientos heridos.
Tras esta tragedia se redujo la capacidad en tres mil localidades para fortalecer la seguridad, pero parece que después de cuarenta años todo se ha olvidado y se planea una nueva remodelación para llegar a las sesenta mil asientos y una pista de atletismo, eso sí, de cara a 2015.
Pero hay también algo curioso por lo que hay que recordar este estadio. Se consturyó en su día una torre a modo de palco para autoridades que ya desde hace tiempo está en desuso, salvo su fachada, en la que se graban los nombres de los deportistas peruanos que logran grandes gestas defendiendo los colores de Perú.
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