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Sterling y el mercado inglés

Hace unos días el Liverpool aceptó la oferta del City por Sterling convirtiendo al joven atacante en el jugador inglés por el que más se ha pagado en la historia. Hasta ahora ese hito estaba en posesión de Andy Carroll, cuando el Liverpool pensó en él como parte de la amortiguación tras la venta de Fernando Torres al Chelsea, otro traspaso récord en Inglaterra y que, bueno, ya conocéis más o menos cómo fue esa aventura. Las razones de la marcha de Raheem hacia la gris Manchester son las habituales en este caso: una subida importante en su salario, llegar a un equipo que, de un tiempo a esta parte, se ha convertido en una alternativa real al título en Inglaterra y del que se espera que haga, no muy tarde, algo relevante en Champions, y la falta de química con Brendan Rodgers. 



Su salida, desde que arrancó el verano, era uno de los puntos calientes del mercado Premier (junto a la hipotética de Harry Kane) y lo único que nos faltaba saber era por cual de los recientes campeones se iba a decantar o, quizás mejor enfocado, cual iba a presentar la oferta más alta por el habilidoso Sterling.
Pero tal vez uno de las claves que más debate estaba generando era el precio por su incorporación: hasta 49 (cinco de ellos en variables) por un jugador de un potencial realmente ilusionante pero que tiene un recorrido en la élite corto (pero intenso) a sus 20 años. El anteriormente mentado Kane también había leído su nombre ligado a unas cifras semejantes y con un perfil similar: impacto súbito en Premier, proyección difícil de limitar pero una experiencia baja en estas alturas de profesión. 

El mercado interior inglés y más concretamente el jugador inglés siempre ha sido caro. A veces hasta sobrevalorado. Y la inyección económica que van a recibir los clubes ingleses tras el último acuerdo de derechos televisivos no va a ayudar a que se planteen el por qué de esta situación que poco a poco conduce a que los equipos se nutran de talentos foráneos y que blinden a sus estrellas locales con sueldos que, en ocasiones, han mermado su ambición sobre el césped.

Claro que siempre quedarán capítulos especiales en este apartado como el de Wayne Rooney. Se pagó un alto precio por un jugador de escaso bagaje en la élite pero de tremendo potencial, como Steerling, y la respuesta del crack inglés no se hizo esperar dando con firmeza pasos hasta entrar en el top3 europeo, llenando el camino de títulos y de un crecimiento en su juego que le ha dado una dimensión casi irrepetible a corto plazo.
Pero tras casos como el de Rooney hemos visto decepciones como la ya mencionada de Carroll, Alan Smith, Scott Parker, Joe Cole o tantos otros que han ido moviendo una buena cantidad de libras a lo largo de sus carreras pero que no han dejado el regusto final de haber podido verles a pleno nivel. 

Y en el otro lado queda el club que ha vendido, el Liverpool, que en los últimos años ha visto como Torres, Reina, Suárez y en este verano Gerrard y Sterling (sin hablar del componente anímico de Carragher) han abandonado el club de diferentes formas y sin darle a Rodgers la posibilidad de iniciar una transición definitiva de esa etapa hacia una donde realmente se puedan postular en la lucha por el título. Unido a la salida de los buques insignia está la mala elección de los fichajes, desde que Rodgers se hizo cargo del Liverpool ninguna de sus incorporaciones ha dado un paso adelante en su carrera con el Liverpool. Han habido casos como Henderson o Lallana que sí que han tenido buenas etapas pero quizás lejos de lo que se esperaba cuando se les fichó. O capítulos sangrantes como el de Mario Balotelli, del que no hace falta escribir mucho más a poco que se siga algo de Premier.
¿Será este el verano en el que Rodgers acierte con los fichajes? Está claro que el proyecto con él al frente no era 'cortoplacista' pero, a esperas de ver cómo arma al equipo, quizás a más de uno se le acabe la paciencia con él.