Ayer el Levante se impuso en el primer partido de la fase de grupos
al Helsingborgs sueco en un partido en el que volvió a mantener la
portería a cero (algo que en Liga no ha conseguido todavía) a pesar de
los varios sustos que se llevó y en el que, en líneas generales, dominó
el partido y lo intentó llevar hacia sus escenarios más favorables.
El
juego no mejoró ostensiblemente lo mostrado hasta ahora, pero sí que
regaló una interesantísima variante en cuanto al inicio de la jugada
granota. El equipo JIM, reconocible por su rechazo al dominio con balón
se encontró un partido donde debería llevar la iniciativa y el técnico
así lo preparó. El doble pivote habitual formado por Iborra y Diop, sin
su principal cometido en la hoja de ruta, alternó el incrustarse entre
Ballesteros y Navarro para iniciar la jugada con Pedro López y Juanfran
muy abiertos. Una doble línea de tres para intentar superar la prímera
línea defensiva de los suecos que no funcionó del todo. Pero ¿por qué?.
Desarmar el doble pivote hizo que el carril central cayera en manos
del Helsingborgs que rápidamente encimaba a uno de los dos pivotes o a
Míchel, quien ‘huía’ hacia los costados o se alejaba más de la base de
la jugada. Los interiores, Juanlu y Pedro Ríos, con los laterales en su
teórica posición de partida sufrieron momentos de duda posicional. En
algunas ocasiones se adelantaban hasta formar una línea de hasta cuatro
jugadores provocando que un balón largo fuera la salida rápida del
equipo para tratar de pillar a un Helsingborgs que sólo estando ordenado
dificultó mucho la creación a un equipo poco acostumbrado a llevar la
iniciativa con la pelota.
El resultado fue favorable y a nivel defensivo el equipo estuvo
correcto, pero queda camino por delante, ya sea para engrasar los
mecanismos de contraataque (en Liga) u otras variantes necesarias en
esta temporada con tres competiciones por delante.
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