Desde mis últimas impresiones sobre la Copa África,
cuartos y semis se han disputado regalándonos una bonita final entre
Costa de Marfil y Zambia, que es la que ha evitado la ‘final esperada’
entre ‘Los Elefantes’ y Ghana, que creo que pagó por su falta de
acierto, ya que su torneo, algo rácano en cuanto a vistosidad en su
juego fue serio y de diez semifinales contra Zambia, pienso que ganaría
ocho en condiciones normales.
Pero esto no deja de ser lo bonito del fútbol, que no existe apuesta sobre seguro.
Con esto no vengo a decir que Zambia haya llegado a la final por
suerte. Ni mucho menos. Ha hecho un torneo fantástico dando la imagen de
equipo muy trabajado y que, curiosamente, ha ido creciendo a partir de
‘castigar el error’ del rival. Presión en línea de creación y pase al
espacio. Parece simple pero hay que saber estar bien situados sobre el
campo y ser terriblemente efectivos para llegar al éxito. Me despiertan
algunas dudas, como no podía ser de otra manera, en defensa, pero
alcanzando las semifinales su torneo ya era meritorio, así que imaginaos
siendo subcampeón (en el peor de los casos). Gran trabajo de Hervé
Renard, que antes finiquitó por la vía rápida a Sudán, que le ganó la
mano en la fase de grupos a Angola, tan divertida como irregular.
Mali y Costa de Marfil jugaron la otra semifinal. Sinceramente
esperaba mucho más de Mali en este partido. Era difícil superar a los
chicos de Drogba, pero Mali se había mostrado como un equipo sólido a
partir del centro del campo y con una serie de individualidades
interesantes como Dia o el delantero Diabaté (qué buenos minutos dejó
ante Gabón). Fue un juguete en manos de ‘Los Elefantes’ que dominaron de
cabo a rabo el partido a pesar de lo escaso del marcador (una tónica
durante todo el torneo, los marcadores cortos). Quizás acusaron la
prórroga ante Gabón y el momento en el que encajaron el gol de
‘Gervinho’.
Gabón, qué torneo, qué cerca estuvieron de llegar a semis y cuánto me
entretuve viéndoles jugar. No es el equipo más ordenado ni el que
mejores soluciones encontró cuando se vio en problemas, pero sí el que
una actitud más pura presentó durante todo el torneo. No sé si por la
ilusión de jugar en casa o porque realmente el equipo concibe el juego
así, es muy gratificante ver jugar a Gabón, con sus fallos y todo.
Algo parecido a Guinea, que se las vio con Costa de Marfil. Una
misión casi imposible pero que no les hizo variar la buena imagen de
orden colectivo y alguna individualidad interesante. Los dos anfitriones
dieron una imagen buena, a todos los niveles y, por qué no decirlo, han
sido los únicos equipos que han dado ambiente a los estadios.
Y quería cerrar con Ghana. Su eliminación es un accidente parecido al
de Brasil ante Holanda en el Mundial. Un equipo sólido, muy consciente
de lo que tenía que hacer y paciente para con el gol se vio sorprendido
cuando Zambia le cambió el guión de un partido dominado durante más de
una hora de juego. A Ghana no le hace falta una copa para ser el mejor
equipo de África, a pesar de que ello no te garantice ganar siempre.
Eso sí, me preocupa la figura de Asamoah Gyan, que volvió a fallar un penalty que a la postre fue clave.
El domingo la final entre la ascendente Zambia y la asentada Costa de Marfil.
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