Por Montse García
Lleva semanas sonando para reforzar la plantilla del Real Madrid y del Barça. Su evolución en los dos últimos años y la confianza que depositó en él Angel Cappa lo han elevado a la categoría de 'futurible mito'. Si además de sus cualidades propias hablamos de la versión contemporánea de Francescoli, el 'príncipe del gol', nos situamos ante un jugador que puede definirse como el 'emperador' del pase.
Javier Matías Pastore se está convirtiendo en una figura destacable dentro del fútbol argentino. Ahora triunfa en el Palermo pero el salto lo dio gracias a su excelente rendimiento en Huracán. Sin haber cumplido los 20 años fue uno de los protagonistas del Torneo Clausura. Su representante vio el filón y compró la totalidad de su pase al equipo que lo viera nacer futbolísticamente, el Talleres de Córdoba. El objetivo era dar el salto a Europa y, de esta forma, aterrizó en el Palermo. En el curso pasado disfrutó de la titularidad y de la responsabilidad decisiva para que el equipo obtuviera una buena clasificación en la Serie A.
Son muchos los clubes interesados en que 'el Flaco' vista su camiseta. Son muchos los aficionados que desean que este físico de 1,90, capaz de proteger el balón con un amplio repertorio de regates, se engalane con los colores de su equipo. A pesar de dicha altura no es un jugador de movimientos toscos, tampoco es lento pero sabe bailar con gestos pausados que deleitan al gran público que acude a verle jugar. Posee una técnica envidiable que deja patente en el uso que le da a ambas piernas. Con la derecha obtiene los mejores resultados y con ella se siente cómodo. Desde fuera del área no se cansa de intentar lanzamientos certeros pero donde realmente destaca es en sus asistencias y pases precisos así como en su visión de juego. A balón parado aprovecha sus casi dos metros para rematar de cabeza, tanto en defensa como en ataque. Con su llegada al Palermo, se ha visto mermada su tasa goleadora. El fútbol italiano le complica sus llegadas al área y de ahí que marque menos goles que en Argentina. Sin embargo, su juego ha madurado y está demostrando que no es el típico jugador que sólo triunfa en un club.
Su destino se está construyendo. Si la carrera de Francescoli fue elevada al nivel de mito, la de Pastore no ha de ser menos. Como diría Adolfo Perernera: "un futbolista no sólo juega bien cuando quiere sino cuando puede y le dejan". De momento, Pastore juega bien cuando quiere, cuando puede y consigue que siempre le dejen hacerlo. De ahí que su trayectoria profesional esté tomando el rumbo para transportarlo a un grande de Europa. Francesoli optó por moverse entre equipos medianos tras los que volvería a River como prometió en su marcha. Pastore se aleja de ese camino y quiere alcanzar la madurez profesional rodeado del éxito que pueda darle cualquiera de los equipos que pujan por él. Su lucha por convertirse en el Emperador del fútbol argentino se ha iniciado sin que él lo pretenda. Depende sólo de él que no se quede en el camino y se transforme en rana. Su trono ha empezado a reinar buscando, inconscientemente, desbancar al Príncipe.