Suele ocurrir. Ante una cita veraniega tal como un Mundial o una Eurocopa, la obsesión por cumplir los plazos del calendario de clubes acaba restringiendo la competición a un número de semanas y a un ratio de partidos por mes que repercute sí o sí en los jugadores que más partidos disputan. Y estos, evidentemente, son los importantes para sus clubes, es decir, los jugadores de más calidad. Y, por ende, estos son los jugadores que acaban concentrados por sus selecciones para disputar torneos en verano. Y el que lo hace acaba sumando la obsesión por el estado físico (algo sin duda condicionante) a los elevados guarismos de participación. Y a esto se le añade algo muy humano (asquerosamente humano, de hecho), que es la sospecha. La sospecha del jugador que se puede estar reservando con su club porque quiere lucirse en el Mundial o la sospecha del jugador que se desgasta con su club aun a sabiendas de que la selección le espera a la vuelta de la esquina.
Y esto surge en un contexto geopolítico muy especial como es el club con más connotaciones políticas del mundo: el F.C. Barcelona. Un club que, como todos, identifica determinados valores de su región. Y esto en España es para mí un valor añadido, pero algunos insisten en convertirlo en un problema. Es un valor añadido que este país sea una mezcla tan rica de culturas y lenguas, de puntos de vista que enriquecen. Pero como vivimos en un país en el que nadie se informa pero todos opinan, acaba convirtiéndose en un maremágnum de sospechas, conspiranoias y agresiones verbales preventivas. Es cierto que el marcado carácter político de Joan Laporta no ayuda a disipar las dudas sobre el mejor futbolista de la selección española, Xavi, pero poner en tela de juicio al futbolista que da ritmo y compás a la Roja me parece una solemne tontería.
En primer lugar, hay que plantearse si pasaría esto si fuese otro jugador de otro equipo. Como la cosa va de artistas, pondremos a Silva. Si el genial futbolista canario estuviera jugándose con su equipo el ser o no ser en Liga con una lesión muscular y el Mundial a la vuelta de la esquina, ¿dudaríamos de él? Por supuesto que no: entenderíamos que quien abona generosamente su sueldo (el Valencia CF, aunque justamente he ido a elegir un club que de liquidez no es ejemplificante) es quien tiene la preferencia en la exposición del futbolista. Entenderíamos que el club atraviesa un momento crucial y que, siendo el que le paga, no se puede permitir prescindir de su estrella. Pues nadie ha dudado de Fernando Torres, nadie ha dudado de Cesc Fábregas y nadie ha dudado, por poner un ejemplo foráneo, de Luis Fabiano, quien se esguinzó la pasada jornada y tal y como dijo su entrenador, "está por la causa". Fíjate tú, siendo un futbolista extranjero, ariete titular de la selección favorita al Mundial, y su compromiso es total. Y en Brasil nadie se ha quejado.
Pero no, de Xavi tenemos que dudar. Tenemos que entender que en esta España al borde de la fractura social en la que vivimos, donde los independentismos cobran fuerza cada día (como si esto del independentismo no fuera ya parte del mobiliario nacional), donde determinados jugadores usan la selección para promocionarse y no por voluntad colectiva, el caso de Xavi es de flagrante agravio comparativo. Claro. Porque al chico le importa tres pimientos no jugar una Copa del Mundo en la que, por primera vez, España es una de las favoritas reales. No, no le importa nada el equipo con el que se ha encumbrado a nivel internacional, porque no agradece nada que la victoria en la Euro le ayudara a ser mejor considerado de lo que lo estaba. No, incluso Xavi no se expone a empeorar por ganar la liga ni porque el Barça le pague un sueldo. No, Xavi lo hace porque tanto él como su entrenador (que nunca mostró un compromiso total con la selección) quieren fastidiar al resto de aficionados españoles.
Mezclar política y deporte es siempre un acto interesado y malintencionado, aunque quien lo haga no se dé cuenta. La profesionalidad de Xavi está fuera de toda duda. Igual que la del resto de jugadores que se exponen a cualquier lesión con el mero hecho de saltar al césped. ¿Xavi está tocado? Eso parece. ¿Llegará justo al Mundial? Como muchos otros que llevan a cuestas a estas alturas cerca de 50 partidos (algunos, caso de Fulham o Atlético, más). Pero esta psicosis colectiva que ha montado la prensa a través de las declaraciones de Guardiola (y no al revés como se vende desde algún medio) no deja de ser una manera muy zafia y muy vista de vender un producto y, de paso, soliviantar al personal en mitad de un emocionante final de liga. Y eso es lo peor de todo.
JM Martín
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Saludos