Caballeros

por | 18:23:00
Ni tan siquiera el peor y más feroz de los enemigos del ser humano pueden contra la inmortalidad del buen carácter que sólo los caballeros más genuinos poseen. Esa es mi pequeña demostración, para quien le pueda servir, de que el alma puede llegar a ser eterna e indestructible, de que la inmortalidad puede llegar a darse. Y quien no crea en esto, le diré un nombre: Sir Bobby Robson.

La historia de este gran hombre es una historia sencilla, sin picos de estrellato demasiado prolongados ni escándalos de arrastrada mediocridad, que se mantuvo en la honestidad (esa genuina brillantez) durante cerca de 55 años. Siendo delantero centro de la selección inglesa, y jugando para los Vancouver Royals de Canadá, este mismo equipo le propone compatibilizar el cargo de jugador con el de entrenador. Este ya es un hecho que habla por sí solo de su personalidad y carisma. Y así comenzaría, con esa complicidad hacia el juego que jamás abandonaría, una historia entrañable, un relato vital trufado de sencillez.

Podría quedarme con la copa de la UEFA que logró con su maravilloso Ispwich Town en el 81. Un club en el que estuvo ¡trece! años entrenando. Podría quedarme con el cuarto puesto de Inglaterra, la cual dirigió ocho años, en el mundial de Italia'90. Podría incluso quedarme con uno de los mejores partidos vistos jamás en las semifinales de un mundial, el apasionante Alemania-Inglaterra de aquella edición que todavía golpea mis retinas pese haberlo visto con apenas siete años. Podría quedarme con las ligas logradas con el PSV, o las logradas con el Oporto, o la magnífica temporada en Barcelona en la que, como técnico-puente entre Cruyff y Van Gaal, logró la Copa y la Recopa con un equipazo encabezado por el mejor Ronaldo que jamás se vió. O podría hablar de su buen Newcastle que durante cuatro años desplegó el mejor fútbol que se le ha visto a las recién descendidas urracas en bastante tiempo.

Pero no. Para sintetizar lo mejor de Bobby Robson, de ese caballero que nos acaba de dejar, me voy a quedar con una frase suya en la derrota. Mundial de México. Año 86. Inglaterra acaba de ser eliminada por la que luego sería la campeona, la Argentina del mejor Maradona. Todo en un partido polémico, en el que la ilegal "mano de Dios" asomó en el 1-0, pero también un partido genial en el que se pudo ver el mejor gol de la historia de los mundiales, ese magnífico slalom de Maradona que hizo vibrar al mundo entero. Y tras el partido, Bobby Robson dijo una de las mejores frases, más llenas de caballerosidad y de clase, que jamás se haya oído en una rueda de prensa: "es cierto que el primer gol fue ilegal, pero es que el segundo valió por los dos".

Sólo un autentico caballero sería capaz de decir algo así. Descanse en paz, Sir Bobby Robson, representante de la mejor estirpe de entre los deportistas: los que nos recuerdan que, como también dijo el fallecido entrenador, "nadie gana nada sólo".
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