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Se veía venir

El título de esta entrada es una de mis frases favoritas cuando ocupo mi localidad en el Ciutat de Valencia. Viene a decir que no me sorprende cuando, por ejemplo, le remontan un partido o este cambia el ritmo de tal manera que deja en evidencia las carencias del equipo.
Pero hoy no vengo a contaros nada del Levante, sino a, como buen oportunista ( o eso dirán) dedicarle una entrada el Real Madrid debido a su reciente eliminación copera. No creo que haya que hacer sangre de que si la defensa esto, la defensa lo otro, que si Schuster una cosa y Mijatovic otra... creo que el problema viene de más atrás.

Recuerdo el parón invernal de la última temporada de Capello en la Casa Blanca. El equipo estaba a cierta distancia de la cabeza, desplegando un juego que rozaba la mediocridad y con una derrota en Getafe donde el equipo ni tan siquiera llegó a rematar entre palos. La historia ya la conoceis, a partir de ahí, firmó una segunda vuelta espectacular con varias remontadas que rozaron la épica de Tolkien y que supo captar la esencia de la campaña del club "Juntos podemos".

El equipo seguía ofreciendo muy poco fútbol, inversamente proporcional a la calidad de la plantilla. Pero se ganó la Liga, remontando en el último partido ante el Mallorca. Aquí se sembró lo que por entonces se llamó "la flor del culo" pero que creció hasta límites insospechados.

Al año siguiente llegó Schuster con la excelencia bajo el brazo. Pero el alemán confirmó en un grande lo que ya había mostrado en sus periplos anteriores por los banquillos... buenas primeras vueltas y segundas altamente irrgulares. Lo bueno que tuvo es que firmó una primera mitad tan buena, que las rentas le valieron para pasar el mal trago en el arranque tras la Navidad.
Este año los resultado siguen llegando, pero el juego sigue lejos de la excelencia prometida y ya en la Supercopa toco tirar de testoterona para remontar un partido casi imposible. Aviso de lo que estamos viendo en el Madrid de hoy en día.

Esperaba el día en que tirara de coraje y este no bastara. Y eso ocurrió anoche en el momento menos oportuno.
Ante un rival de Segunda B, en casa y en una competición que va camino de los dieciseis años que no logra ganar. Demasiado para digerir en una noche para el aficionado madridista de a pie y el seguidor en general, que carece, como cruelmente pasa en el fútbol, de memoria. Todo lo que está pasando, de lo que se está escribiendo y hablando es el fruto de lo que Capello cultivó hace dos años.

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