Nunca es agradable hablar de lugares por motivos desagradables, como lo hice en domingos anteriores con el Estadio Nacional del Perú, y os garantizo que voy a intentar que esta no sea la tónica de los finales de la semana, pero este mes se cumplen veintitres años de otra de las tragedias que más marco la historia reciente del fútbol y que tuvo consecuencias importantes a la hora de catalogar a los estadios.
El veintinueve de este mes es el aniversario de la tragedia de Heysel, el estadio belga que tuvo el honor de albergar la final de la Copa de Europa de 1985 entre el Liverpool y la Juve.
Esa final venía marcada por varios motivos que hacía de esa final un caldo de cultivo para que naciera tanta violencia. Ambos equipos venían de disputar la Supercopa de Europa de esa misma temporada en la que la Juve (campeona de la Recopa del 84) se llevó el título al ganar en la ida por 2-0 y el Liverpool (campeón de la Copa de Europa del 84) no encontrar fecha para la vuelta.
Esta aparentemente, inofensiva anécdota quedó marcada en el corazón de los aficionados que entendieron que este partido era la revancha que esperaban y en la que iba a quedar claro que el fútbol inglés era el dominante en aquel momento.
Porque este fue otro motivo de crispación, los medios definían esa final como un duelo por la supremacía del fútbol europeo. De las últimas ocho ediciones de la Copa de Europa, siete habían sido los campeones ingleses (el propio Liverpool en el 77, 78, 81 y 84; el Nottingham en el 79 y el 80; y el Aston Villa en el 82) mientras que Italia era la actual campeona del mundo (1982) y en su alineación contaba con seis integrantes de la squadra azzurra más el mejor jugador del mundo, Michel Platini, que había conquistado el año anterior la Eurocopa.
El fútbol italiano estaba experimentando un crecimiento gracias al campeonato mundial y a la llegada a su liga de jugadores de la talla de Zico, Falcao, Platini, Maradona, Ramón Díaz o Boniek que elevaron bastante el nivel del campeonato.
Mientras tanto en Inglaterra crecía, casi al mismo ritmo que los cracks en Italia, la presencia de vándalos en las gradas, normalmente con alguna cerveza de más y con ideología de ultra derecha que se juntaban los fines de semana para ver el fútbol... este nuevo sector de la grada se conoció desde entonces y hasta estos días como hooligans.
Y para cerrar el círculo, el protagonista de esta entrada, el estadio de Heysel en Bruselas, construido en 1930 con motivo de una cita ciclista y que aprovechó sus dimensiones para ser también un campo de fútbol con capacidad para sesenta mil espectadores tras la remodelación que sufrión en 1971 para incluir la primera pista de atletismo sintética de Bélgica.
La organización, en un acto de coherencia , distribuyó veinticinco mil entradas por equipos , ubicándolos en lados opuestos del campo y reservó las otras diez mil restantes para compromisos y para público neutral.
Pero de esas entradas sobrantes muchísimas llegaron a manos de seguidores de ambos equipos (sobre todo de los ingleses) que hicieron que el plan de la UEFA de tener a las hinchadas separadas se fuera al traste.
La historia a partir de ahí creo que todos la conoceis...
El veintinueve de este mes es el aniversario de la tragedia de Heysel, el estadio belga que tuvo el honor de albergar la final de la Copa de Europa de 1985 entre el Liverpool y la Juve.
Esa final venía marcada por varios motivos que hacía de esa final un caldo de cultivo para que naciera tanta violencia. Ambos equipos venían de disputar la Supercopa de Europa de esa misma temporada en la que la Juve (campeona de la Recopa del 84) se llevó el título al ganar en la ida por 2-0 y el Liverpool (campeón de la Copa de Europa del 84) no encontrar fecha para la vuelta.
Esta aparentemente, inofensiva anécdota quedó marcada en el corazón de los aficionados que entendieron que este partido era la revancha que esperaban y en la que iba a quedar claro que el fútbol inglés era el dominante en aquel momento.
Porque este fue otro motivo de crispación, los medios definían esa final como un duelo por la supremacía del fútbol europeo. De las últimas ocho ediciones de la Copa de Europa, siete habían sido los campeones ingleses (el propio Liverpool en el 77, 78, 81 y 84; el Nottingham en el 79 y el 80; y el Aston Villa en el 82) mientras que Italia era la actual campeona del mundo (1982) y en su alineación contaba con seis integrantes de la squadra azzurra más el mejor jugador del mundo, Michel Platini, que había conquistado el año anterior la Eurocopa.
El fútbol italiano estaba experimentando un crecimiento gracias al campeonato mundial y a la llegada a su liga de jugadores de la talla de Zico, Falcao, Platini, Maradona, Ramón Díaz o Boniek que elevaron bastante el nivel del campeonato.
Mientras tanto en Inglaterra crecía, casi al mismo ritmo que los cracks en Italia, la presencia de vándalos en las gradas, normalmente con alguna cerveza de más y con ideología de ultra derecha que se juntaban los fines de semana para ver el fútbol... este nuevo sector de la grada se conoció desde entonces y hasta estos días como hooligans.
Y para cerrar el círculo, el protagonista de esta entrada, el estadio de Heysel en Bruselas, construido en 1930 con motivo de una cita ciclista y que aprovechó sus dimensiones para ser también un campo de fútbol con capacidad para sesenta mil espectadores tras la remodelación que sufrión en 1971 para incluir la primera pista de atletismo sintética de Bélgica.
La organización, en un acto de coherencia , distribuyó veinticinco mil entradas por equipos , ubicándolos en lados opuestos del campo y reservó las otras diez mil restantes para compromisos y para público neutral.
Pero de esas entradas sobrantes muchísimas llegaron a manos de seguidores de ambos equipos (sobre todo de los ingleses) que hicieron que el plan de la UEFA de tener a las hinchadas separadas se fuera al traste.
La historia a partir de ahí creo que todos la conoceis...
Los hooligans del Liverpool tenían "rodeados" a un importante sector de hichas juventinos y empezaron a increparles, lanzar objetos y a provocar avalanchas hacia su zona.
Por aquel entonces, por motivos de seguridad, las gradas estaba cercadas del campo por medio de vallas metálicas fijas y esto produjo que cientos de espectadores fueran agolpados contra estas estructuras provocando aplastamientos.
Más parte de la afición italiana, viendo a sus paisanos en apuros, se armaron con lo que encontraron a mano, saltaron por las vallas y atravesaron el campo en una mezcla de prestar ayuda y atacar a los ingleses. Del mismo modo, la otra grada inglesa procedió a hacer lo mismo.
¿Qué hicieron las fuerzas de seguridad destinadas en el estadio? Bueno, básicamente lo que tenían como orden en caso de que algo así ocurriera, acordonar las zonas de conflicto. Pero cometieron dos errores: estuvo bien que no permitieran la entrada a la grada donde se produjo el incidente, pero mal que no dejaran salir a los aficionados que trataron de huir de aquel infierno.
El segundo error fue la lentitud en la que maniobraron y que seguramente costó algún herido más (fueron 600) y alguna víctima que pudo haber sido salvada de las 39 que produjo este hecho.
Todo esto que os cuento dio la vuelta al mundo y durante bastante tiempo se catalogó al fútbol como un deporte de violentos.
Pero al menos sirvió para que se suprimieran las vallas metálicas de las gradas y se eliminaran las históricas zonas "de a pie" de los fondos de los estadios, perdiendo en capacidad pero ganando en seguridad. Así mismo, la UEFA creo un código para medir la seguridad y la comodidad de los estadios (puntuados con las famosas estrellas) y se tomara más en serio la vida de los que realmente son los protagonistas de estos tipos de partidos, las aficiones que se desplazan miles de kilometros con el colorido de su equipo y de su ciudad.
Por aquel entonces, por motivos de seguridad, las gradas estaba cercadas del campo por medio de vallas metálicas fijas y esto produjo que cientos de espectadores fueran agolpados contra estas estructuras provocando aplastamientos.
Más parte de la afición italiana, viendo a sus paisanos en apuros, se armaron con lo que encontraron a mano, saltaron por las vallas y atravesaron el campo en una mezcla de prestar ayuda y atacar a los ingleses. Del mismo modo, la otra grada inglesa procedió a hacer lo mismo.
¿Qué hicieron las fuerzas de seguridad destinadas en el estadio? Bueno, básicamente lo que tenían como orden en caso de que algo así ocurriera, acordonar las zonas de conflicto. Pero cometieron dos errores: estuvo bien que no permitieran la entrada a la grada donde se produjo el incidente, pero mal que no dejaran salir a los aficionados que trataron de huir de aquel infierno.
El segundo error fue la lentitud en la que maniobraron y que seguramente costó algún herido más (fueron 600) y alguna víctima que pudo haber sido salvada de las 39 que produjo este hecho.
Todo esto que os cuento dio la vuelta al mundo y durante bastante tiempo se catalogó al fútbol como un deporte de violentos.
Pero al menos sirvió para que se suprimieran las vallas metálicas de las gradas y se eliminaran las históricas zonas "de a pie" de los fondos de los estadios, perdiendo en capacidad pero ganando en seguridad. Así mismo, la UEFA creo un código para medir la seguridad y la comodidad de los estadios (puntuados con las famosas estrellas) y se tomara más en serio la vida de los que realmente son los protagonistas de estos tipos de partidos, las aficiones que se desplazan miles de kilometros con el colorido de su equipo y de su ciudad.
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