En los inicios del año se juegan en Argentina torneos de verano (cosas de los hemisferios) del cual River salió ayer campeón y puede olvidar la derrota del fin de semana ante Boca en el Clásico del fútbol argentino.
El triunfo decisivo se produjo anoche ante San Lorenzo de Almagro con un gol de penalty de Sebastián "El Loco" Abreu.
Y de esto es de lo que vengo a hablar esta noche, puesto que la historia de la pena máxima tiene miga.
El partido no fue fácil para los Millonarios, parece que al "Cholo" Simeone le está costando dar con la tecla con el sistema de juego: no sabe si usar tres o cuatro defensas; cinco, cuatro o tres centrocampistas o si debe Abreu jugar solo en punta o dejar a Radamel Falcao en su zona natural para que lo acompañe. Si bien, parece que la recuperación de Ortega le está dando pistas de cómo armar el ataque.
Pero aún así, parece que el equipo poco a poco está asimilando los sistemas del pasional entrenador. Pero no vengo a hablar de River y de sus sistemas tácticos esta noche, sino de una de esas historias curiosas del fútbol.
Todo nace en la señalización del penal a favor de River con el partido en tablas. Del banquillo Millonario se oye a Simeone:
- ¡¡¡Que lo tire Ferrari!!! ¡¡¡Que lo tire Ferrari!!!
Parece que en los entrenos de los días anteriores no había quedado claro que Ferrari era quien debía ejecutar los penaltys.
Y pese a la clara instrucción del "Cholo", Abreu (ex del "Ciclón") cogió el balón y marcó el penalty. Por supuesto no lo celebró por respetó al equipo que le dio la fama... y quizás tampoco lo hizo para no enervar a sus compañeros, al ver como un recién llegado se pasaba las órdenes claras y directas del entrenador por donde la espalda pierde su nombre.
Pero lo que se podía presentar como un claro ejemplo de egoísmo se tornó en una de esas historias que nos explican lo importante de la confianza en el fútbol de alto nivel.
Y es que el destino, caprichoso él, le concedió un nuevo golpe desde los once metros a River quince minutos más tarde. Las miradas de los jugadores se cruzaron con dudas, hasta que vieron a Ferrari (quien Simeone había designado en un principio) se acercó a chutar el penalty... coge carrerilla... chuta... y detiene Orión (por cierto, muy buen portero)...Suerte que su equipo acabó ganando.
Fijaos todas las lecturas que tiene este hecho: ¿Es mejor lanzador el "Loco" que Ferrari? ¿Lanzó Ferrari su penalty cohibido? ¿En que posición queda Abreu ante sus compañeros? ¿Y Ferrari ante sus compañeros? ¿Y Simeone ante todos?
Pero insisto, no vengo a desmontar las interioridades de River, pero este es un claro ejemplo de lo que es un jugador con confianza en un campo de fútbol, Abreu la tenía y Ferrari no.
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4 Comentarios
Ya como jugador era bastante obsesivo con muchos aspectos del juego. Y como entrenador, estoy seguro que adquirió muchas manías de directores técnicos que le tuvieron como dirigido, como Carlos Bilardo o Marcelo Bielsa.
Que su elegido no marcara y que el rebelde consiguiera hacerlo sin dudas debe haber sido un golpe bajo en la mentalidad analítica, inevitablemente ganadora y profundamente estudiosa del fútbol de "el Cholo".
¿Ves a River capaz de hacer algo este año?
Saludos
El intringulis de la entrada no residía en "oh, que cruzado, desatiende a su entrenador para dar la victoria a su equipo y luego se refuerza su rebeldía"... esta claro, que aunque poco, hay que respetar al entrenador.
El tema era comentar algo que hemos hecho muchas veces con Mendieta como protagonista, en ocasiones, tener confianza en lo que haces te hace mejor de lo que eres.
Ferrari perdió la confianza cuando vio como Abreu le quitaba el balón para ejecutar el primer penal, y luego lo tiro sin ella.
Saludos