Por Montse García
LLevar el dorsal número 46 hace pensar que el espíritu ganador corre por sus venas. Y no es para menos. Que Valentino Rossi sea uno de sus ídolos deportivos inyecta una dosis extra de talento y genialidad a la persona. Para Josh McEachran, el fútbol le aporta la misma adrenalina que al Doctor subirse en su Yamaha. El italiano ya ha demostrado que es el mejor en su terreno. A Joshua le queda un largo camino por delante en el que deberá constatar que no es piloto de una carrera sino un nuevo referente en Stamford Bridge.
LLevar el dorsal número 46 hace pensar que el espíritu ganador corre por sus venas. Y no es para menos. Que Valentino Rossi sea uno de sus ídolos deportivos inyecta una dosis extra de talento y genialidad a la persona. Para Josh McEachran, el fútbol le aporta la misma adrenalina que al Doctor subirse en su Yamaha. El italiano ya ha demostrado que es el mejor en su terreno. A Joshua le queda un largo camino por delante en el que deberá constatar que no es piloto de una carrera sino un nuevo referente en Stamford Bridge.
McEachran lleva sonando varias semanas como el jugador revelación de la Premier para el presente curso. Sus inicios en el primer equipo vinieron acompañados del pase de gol a Essien contra el Crystal Palace durante la pretemporada. A raíz de esa actuación, Ancelotti le dio la oportunidad de disputar sus primeros minutos en la UEFA Champions League. Ya comenzado el encuentro sustituyó a Benayoun en Zilina. Días más tarde, sería el recambio de Kalou en la Football League Cup contra el Newcastle. Así ha ido sumando minutos hasta reaparecer en Europa en la segunda jornada disputada ante el O.Marsella.
Sin embargo, no es una novedad. Para los seguidores de este deporte su nombre les sonará del pasado Europeo Sub-17. Concretamente de la final disputada entre Inglaterra y España cuando fue autor de uno de los goles. Su precocidad y madurez ha saltado a la vista desde hace años. Era un crío cuando comenzaba a tocar el balón en las categorías inferiores del Chelsea. A ellas llegó con tan sólo 8 años y fue forjando un futuro en el que demostrar que es un jugador diferente al resto. Su capacidad para asimilar las órdenes de sus técnicos le sirvieron para convertirse en el jugador aventajado de la clase. El que con 15 años fuera capaz de acudir a los entrenamientos del primer equipo. No estaba solo. Junto a él han ido creciendo otros cachorros en formación como Bruma, Kakuta o Chalobah. Daría entonces el salto en el equipo juvenil y al de los reservas.
Para hablar de su estilo y sus cualidades no voy a compararlo con ningún jugador. Ni voy a mencionar a los que lo anuncian como el nuevo Lampard. Como a todo mago del balón hay que describirlo de manera única por sus aptitudes. A primera vista llama la atención su portentosa zurda. Con ella coloca pases precisos en los pies de sus compañeros. A pesar de tener tan sólo 17 años, su rendimiento y nivel de trabajo es comparable al de los jugadores de primer nivel. En los partidos del europeo, era frecuente ver a este mediocentro de carácter ofensivo escorado en la parte izquierda, pero intentando siempre acudir al centro para generar el juego del equipo. Individualmente destaca por su calidad y técnica con la que es capaz de acariciar el balón. Su gran velocidad no le impide realizar regates únicos con los que deshacerse del rival. Es un jugador potente aunque su físico no sea llamativo. Le gusta sentirse activo en los encuentros y siempre busca participar en cada jugada aunque sin la posesión del balón se pierde.
A veces, resaltar de un jugador sus fantásticos regates, pases precisos, remates peligrosos o capacidad ofensiva resulta pobre. En el caso de Josh va más allá. Si se postula como una pieza clave para el centro del campo es porque tiene las ideas claras y una cabeza amueblada para su juventud. Pero ante todo demuestra que no es necesario realizar un juego preciosista que termina siendo inútil. Su mayor baza es la ausencia de errores en sus intervenciones y su saber estar. No es de esos futbolistas que para protagonizar la jugada maestra requiere de innumerables pérdidas de balón o fallos que comprometen al equipo. Se siente como pez en el agua cuando tiene libertad para moverse de la banda al centro. En esa posición se mete en segunda línea finalizando la jugada con un buen pase o disparo a puerta.
No se puede adelantar lo que sucederá en el futuro con McEachran pero su fútbol mejora día tras día. Si sigue con las mismas ganas y confianza en sí mismo, no hay dudas que su nombre llenará las portadas de los medios. Ha tenido la oportunidad de abandonar el Chelsea mimado por ofertas que le garantizaban disputar más minutos sobre el césped. Él ha preferido ser fiel al único equipo al que ha pertenecido desde que naciera. Sus deseos son los de convertirse en un 'one club man' y colgar las botas tras celebrar muchos éxitos con el Chelsea. Será entonces cuando podamos juzgar si se convirtió en el Valentino Rossi del fútbol profesional, 'el Doctor' de Stamford Brigde.
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