Si hace una semana hacía una pequeña reseña de que el sorprendente LDU Quito había tomado ventaja en la final de la Copa Libertadores, hoy es el día en el que os cuento como ha conseguido llevarse el título y entrar así con letras de oro en la historia del fútbol sudamericano.
Mucho se había hablado en la previa del partido, sobre todo después de que los jugadores del equipo ecuatoriano se personaran en el entren del Flamengo (eterno rival del Fluminense) e incluso se dejaran fotografiar con las zamarras del equipo con más seguidores de Brasil (que por cierto, bien bonita que es).
Parecía que el plus de intensidad que podía necesitar el Flu para encarar el difícil choque tenía un motivo de peso más.
Se enfrentaban los equipos que mejor juego habían desplegado en esta edición de la Libertadores y el partido, al igual que el de la ida, no defraudó, puesto que ambos equipos siguieron con su apuesta de la que tanto se ha hablado por su compromiso con el juego ofensivo.
El partido se celebró en el mítico estadio de Maracaná y la tragedia se comenzó a mascar cuando después de una gran jugada personal de Guerrón permitió a Bolaños cruzar el balón y adelantar a los merengues pero gracias al líder del equipo brasilero, Thiago Neves, el Fluminense dio la vuelta al partido gracias a su hattrick y forzó el desempate por medio de los tiros de penal (en la Libertadores no hay valor doble de los goles fuera de casa que hubiera dado la victoria igualmente a los ecuatorianos).
En las penas máximas Cevallos, el meta del Liga, se erigió en el héroe de su equipo al parar tres lanzamientos que permitieron que el equipo de Bauza lograra de una manera tan sorprendente como merecida ganar la tan ansiada Copa Libertadores.
